Cada cual en su sitio
Hace ya un tiempo varios periodistas vieron la oportunidad de construir una revista de prensa que aprovechase las ventajas de la Red. Pensaban en un instrumento útil para las mañanas, cuando llegas a la redacción y hay que repasar los diarios. Así nació Periodista Digital.
El equipo promotor se fue reduciendo a medida que crecía la dedicación y la página se convertía en un negocio. Al fin, el sitio ha quedado en manos de un grupo comandado por David Rojo, hermano de Alfonso y pariente en correrías y espíritu.
Periodista Digital sigue viviendo de la información ajena y de la curiosidad y el boca a boca de los periodistas. Los contenidos los ponen otros y los patrocinadores acuden atraídos por una audiencia compuesta mayoritariamente por informadores.
Periodista Digital sigue siendo una útil revista de prensa, pero poco a poco las afinidades y el afán de notoriedad se van imponiendo. Cada vez está más cerca de los confidenciales, de los que vive en gran parte con la distribución de su Boletín Confidencial de Periodista Digital.
David Rojo ha ido asomando y ahora se presenta en toda su plenitud. Utilizó su condición de abogado para ver al periodista de Al Yasira Taysir Alouny en la cárcel y la ha vuelto a utilizar para encontrarse con el presunto asesino Tony Alexander King.
El periodista montó un circo en Málaga presentándose como abogado del inglés para conseguir verlo y publicar lo que llama una entrevista, robada, debería añadir.
Eso sí, Periodista Digital que moraliza y se presenta como vigilante de la libertad de prensa y el derecho a informar exhibe su "exclusiva" como si fuese de interés público y no una pieza más de sensacionalismo de siempre. Por cierto que lo que interesa de una entrevista suele ser lo que dice el entrevistado, cosa que olvida Rojo en su "exclusiva".
David Rojo fue el "negro" en el famoso libro de Ana Rosa Quintana "Sabor a hiel", que además plagiaron, como en su día se demostró.
Quienes se presentan como adalides del derecho a la información utilizan tácticas de encubrimiento y mentira que ningún periodista serio debe emplear. Tendrían una justificación si fuese para descubrir un acto ilícito de interés público, pero no para caer en el más tópico de los sensacionalismos.
Quienes viven de la información ajena y proclaman un supuesto derecho de cita de extensión universal no pueden pedir el registro de los usuarios para utilizarlo luego publicitariamente, lo mismo que hacen los medios que financian y pagan a profesionales para hacer información.
Es fácil acusar a los demás de mercantilismo cuando uno no paga los sueldos y los gastos necesarios para hacer información propia. Vivir de los demás, robando su información o engañando, no es una novedad ni un mérito.
El tiempo y los propios actos ponen a cada cual en su sitio.
ABC | La "entrevista" exclusiva del abogado-periodista