Tuesday, December 20, 2005

La difusa identidad terrorista

El tratamiento de la información sobre terrorismo siempre es complejo. El terrorismo está diseñado para impactar en la población a través de la difusión de sus actos, y los periodistas topan con muchas dificultades de equilibrio, percepción, atribución, política y contraste de muchos actos terroristas y de violencia política, religiosa, tribal o racial.
ETA se cuela constantemente en la información de los medios españoles, como también lo hace Al Qaeda y sus versiones.
Por eso la BBC ha vuelto a reclamar mayor precisión en el uso del adjetivo, que se procure la atribución por las fuentes para evitar juicios de valor de los periodistas y se repare en los diferentes criterios de denominación de atentados y de los responsables de hechos violentos, que van desde insurgentes a militantes o combatientes irregulares, responsables de ejecuciones incluso tras juicios.
Los criterios de la BBC (.doc Word) llaman la atención sobre que el empleo de "la palabra terrorista puede ser una barrera más que una ayuda para la comprensión" de la información.
"No debemos adoptar el lenguaje de otra gente como el nuestro propio (...) Nuestra responsabilidad es permanecer objetivos e informar de manera que permita a nuestras audiencias hacer sus propios juicios sobre quién está haciendo qué a quién".
Una aspiración de "neutralidad moral" obligada en un medio global con diferentes audiencias y diferentes visiones sobre qué es terrorismo. Pero muy difícil de conseguir cuando quien informa está de un lado y los violentos están al otro.
El lado de los periodistas es o debe ser el de la ley, la democracia y los ciudadanos, pero el nuevo terrorismo global y su respuesta, en ocasiones al filo de la ley o en contradicción con el derecho internacional, hace tambalear muchos principios.
La intención de la BBC es despojar de elementos políticos a los actos violentos, y por eso pide mayor precisión en el lenguaje con descripciones de qué hacen (tirotean, bombardean, asaltan, secuestran...) quiénes (de tal organización, conocida o no, en tal situación...) a quién (otros combatientes, civiles, transeúntes, viajeros, etc.).
Es un paso más sobre la última actualización de su código deontológico, donde se prima la precisión sobre la rapidez y se insistía en "la especial responsabilidad sobre la audiencia británica e internancional cuando se informa de conflictos".
Todos los códigos nacionales e internacionales alertan para no caer en las trampas, el lenguaje y las amenazas de los terroristas. En recomendaciones como las reunidas por Radio Televisión Española se recuerda la imposibilidad de la neutralidad contra el terror y se anima a los periodistas a defender a los ciudadanos y la democracia. Se llama también a evitar el lenguaje terrorista para no tergiversar la realidad y luchar contra el lenguaje argumental con "un lenguaje que impida la justificación y dignificación de su actividad delincuente".
En el mismo sentido se ha pronunciado la Comisión Europea, que incluso pretende un código deontológico con recomendaciones sobre cómo llamar a los terroristas para desposeerlos de justificaciones políticas, religiosas, etc. Organizaciones como Reporteros sin Fronteras denuncian los excesos del miedo.
Los socialistas vascos también pidieron hace unos meses un pacto entre políticos y periodistas sobre terrorismo que fue rápidamente contestado por los profesionales.
Responsabilidad, rigor, precisión, alejamiento de las justificaciones y juicios de valor de unos y otros. El documento de la BBC hace pensar sobre la inflación de terrorismo, con todas sus connotaciones, y empuja a una búsqueda de la verdad desnuda de los hechos y sus protagonistas en un contexto.
Considera la pura descripción del terror y sus autores y víctimas suficiente para que el público pueda hacer su juicio. ¿Será suficiente y adecuado? Despojar la información de cualquier justificación para hacerla aparecer patente a los ciudadanos quizá sea suficiente, pero sólo si el contexto está explicado con rigor y completitud, y de nuevo surgen dudas entre la defensa de la precisión y la excesiva corrección política.

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