Música para este post: Radio David Byrne
Cuando un blog famoso como Microsiervos cierra sus comentarios a uno se le ocurre que muchos blogs se parecen cada vez más a los medios tradicionales. Con sus mismos problemas y dificultades, enfrentándose a lectores que no cumplen las normas, que más que facilitar estropean la conversación, que no gustan como comentaristas, preocupados siempre por su audiencia, por lo leídos que son, etc.
Hay conversaciones que mejoran la información y otras son un desastre, es una obviedad, pero la ventaja de los sistemas de comentarios es que puedes leerlos o no. Elige el lector, y de eso se trata, en mi opinión, de que la comunicación no sea unidireccional y autoritaria, sino sometida al criterio social, sea bueno o malo.
Existen otras formas de interactividad, pero ninguna más directa y sencilla que los comentarios. Perderlos es una pena, a pesar de que a uno se le pongan los pelos de punta cuando lee algunos o cuando los habituales trolls sacuden sin entender lo que leen.
Pero así son las cosas. Cada cual tiene derecho a elegir qué escribe y cómo y qué lee.
El peor de los argumentos me parece el del crecimiento de los comentarios porque el blog haya ganado lectores. Debería ser un argumento a favor y no en contra.
Otro argumento falaz es que "si no se repestan estas reglas de convivencia entonces se produce un efecto en cascada: menos gente todavía las respeta y todo se vuelve más salvaje virtualmente" por mucho que la quieran convertir en ley. También más gente media e intenta reconducir la situación y aportar argumentos e información de calidad.
Y además está la suprema soberanía del lector para dejar de leer los comentarios, el artículo original siempre está a salvo, no como en los wikis, donde la modificación del mensaje es más fácil.
Leo algunas reacciones a la noticia y me quedo perplejo, porque unos cuantos comprensivos con la decisión han vapuleado a gusto durante mucho tiempo a los medios tradicionales por su escasa interactividad, su altivez y autoritarismo, la falta de comunicación horizontal y no sé cuantas acusaciones más, muchas de las cuales comparto, como otros muchos periodistas.
Todas esas proclamas sobre la mayor libertad, espontaneidad de los blogs, etc.
Pero como dice el refrán: en casa del bloguero... Con el tiempo uno se da cuenta que la opinión pública racional y perfecta soñada por Habermas muchas veces no existe y que la opinión general a menudo es más canalla que lo que nos gustaría.
Los medios tradicionales lo saben desde hace tiempo. Y pese a ello muchos periodistas se han quejado durante mucho tiempo de la altivez y elitismo de determinados medios, que no por eso dejan de ser interesantes y atractivos.
Lo peor es que cuanta más facilidad haya para crear auténticas comunidades virtuales deliberantes y activas es más fácil que sean mejores. Casi nadie quiere quedar por tonto o sinvergüenza en público, sobre todo si el tono del resto no lo jalea. Sigo pensando que los diálogos abiertos mejoran a los conversadores. Pero cada cual es libre.