Ernest Benach, presidente del Parlament de Catalunya, ha entregado el proyecto de reforma del estatuto catalán a Manuel Marín, presidente del Congreso. Y siguiendo el impulso de parlamento sin papel que invade las Cortes, lo ha hecho en una memoria flash, el soporte informático adecuado para guardar y modificar archivos con facilidad, a diferencia del CD de los Presupuestos, donde lo que se altere no podrá volver a guardarse.
Toda una metáfora de cómo será el estatut, consensuado en Barcelona y a cambiar en Madrid para delicia reivindicativa de los nacionalistas, que tendrán excusa para otros muchos años.
Cuando acabe la tramitación, el nuevo texto podrá volver en la misma memoria flash. Ojalá sea tan bien recibido.
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