Las empresas deben reinventarse si no quieren perder negocio. El éxito de hoy no garantiza el de mañana. La tensión entre asegurar los resultados y diseñar el futuro es constante y los ejecutivos y compañías que tardan demasiado, pierden. Y más en mercados como el digital y de los medios, sacudidos por la tecnología y los nuevos competidores. En ese desafío está la razón de la sustitución de Eric Schmidt como CEO de Google tras una década que ha convertido la compañía en la sinécdoque de internet y su marca en un verbo.
El algoritmo vuelve al mando. Los dos fundadores, Larry Page y Sergey Brin, acaban con la tutela para insuflar nuevos bríos a la compañía y no perder la estela de Apple ni ser atrapados por Facebook.
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