Thursday, August 07, 2008

Silencio olímpico

Los mandatarios chinos y olímpicos coinciden: lo importante es el dinero. Para unos retrasa la democracia con la vía china al capitalismo. Para otros mantiene sus prebendas con derechos de imagen y el control del mayor negocio cuatrianual del mundo. Nada de protestas ni de olímpicos defendiendo causas que no sean la gloria nacional o del deporte. Traducido: nacionalismo y derechos en beneficio propio, como ya avisó Orwell. Espectáculo y simulacro para la telesociedad global.
Citius, altius, fortius, nada de política. Si los griegos interrumpían sus luchas para los Juegos, China quiere una tregua para venderse al mundo y a sus propios ciudadanos. Imágenes de fuerza y destreza. Armonía engalanada de filigranas arquitectónicas en el Pekín del siglo XXI. Espectáculo. Silencio de los participantes en los Juegos. Silencio en calles sin ciudadanos incómodos. Censura en los medios para los chinos y un poco más relajada para los periodistas y la familia olímpica gracias a la magnanimidad de los mandarines del capitalismo sin libertad.
Amnistía Internacional y otras ONG ya han dictaminado: los Juegos no han servido para relajar la censura y la represión política pese a las promesas del Comité Olímpico Internacional y los defensores de China. Pero la sociedad de la información avanza, pese a todo, aunque también su control. El COI prohibió en Atenas 2004 los blogs de los deportistas. Este año pueden escribirlos. Sin política, no se vayan a enfadar los chinos. Y nada de imágenes a no ser que se escriban en medios que paguen su cuota, cuidado con los derechos celosamente defendidos por el COI. Y para los obedientes nuevos medios que se autocensuran o denuncian a disidentes, su cuota. Google, Yahoo y Microsoft tendrán presencia y contenidos olímpicos. YouTube ofrecerá vídeos de las Olimpíadas en los países donde no se hayan vendido los derechos. Pero los tres grandes han firmado una carta de buenas intenciones para promover la libertad de expresión.
Realidad virtual.

Artículo en los diarios de Vocento