El presidente de la Xunta de Galicia, Emilio Pérez Touriño, no adelantará las elecciones autonómicas a otoño. Batacazo para el PSOE.
Mira la cara del presidente José Luis Rodríguez Zapatero en las fotos de su electoralista visita de ayer y verás el retrato del descontento. El manchón rojo de espaldas en la foto es la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, culpable los últimos años de los mayores enfados de los gallegos.
El cabreo es evidente. En Ferraz se revuelve José Blanco y los mandamases del partido se quejan de la voluntad de independencia de Touriño.
El presidente de la Xunta tenía una disyuntiva: o el partido o las inversiones para Galicia.
Adelantando las elecciones satisfacía al PSOE, pero corría el riesgo de que una vez más se incumplieran los plazos eternamente postergados del AVE.
Touriño no se fía de Magdalena Álvarez ni de Zapatero. Y ha elegido Galicia. Al no adelantar las elecciones fuerza al gobierno a seguir cumpliendo sus promesas, al menos por unos meses más, para no arriesgar su ventaja sobre el PP.
Por eso el BNG ha reaccionado con alegría inmediatamente.
Galicia será la única comunidad con AVE que no tendrá alta velocidad, sino un tren que circulará a 200 km/h, y perderá todos los trenes convencionales de largo recorrido.
Pero ni aún así el presidente Touriño, como le pasa a tantos gallegos, se fía del gobierno.
Los medios nacionales confiaron en las fuentes de Ferraz y daban el adelanto por hecho. En Galicia la duda acechaba y la cautela en los medios ha acabado acertando.
Touriño está sentenciado. Más le vale volver a ganar. Ni Zapatero ni Blanco le perdonarán.