Friday, August 22, 2008

La hipocresía del dolor

Dolor. No lo soportamos, pero nos fascina. Y una tragedia como la del accidente de Spanair en Barajas vuelve a desatar el sensacionalismo, la crítica a los medios, el cuestionamiento del dolor, el debate sobre las imágenes y la cobertura de la tragedia, y también la atracción por el dolor de los otros. ¿Compasión? ¿Hipocresía? Un debate que renace y que no debe limitarse sólo a los medios de comunicación.
"¿Cuándo acabará esta película?", preguntó uno de los niños víctimas del accidente del vuelo JK 5022 al bombero que lo rescataba. "La ilusión es la regla general del universo. La realidad no es más que una excepción", dejó dicho Jean Baudrillard en su ensayo El asesinato de lo real. Sin esa ilusión ya adelantada por la caverna de Platón el conocimiento es imposible. Seguramente también la vida. Por eso la mente de ese niño convirtió la tragedia que vivía en una ilusión, tratando de mitigar su impacto en el cerebro.
Pero el dolor es también a menudo un espectáculo cuando el sensacionalismo se ceba. Y no seamos hipócritas, tanto sensacionalismo hay en regodearse del dolor ajeno como en ocultarlo. Las televisiones con sus programas basura son motivo de escándalo fácil y justificado mientras otros sensacionalismos más hipócritas engatusan y pasan más inadvertidos o hasta son celebrados: la mala información y las sospechas infundadas antes de tener datos y razones; la política del morbo, asentada en un exceso de gestos que encubren la responsabilidad y la mala gestión; la propia reacción excesiva de una parte del público a cualquier información que afecte su sensibilidad, o la falta de sensibilidad del Comité Olímpico Internacional prohibiendo las manifestaciones de dolor de los deportistas españoles.
Todos maltratan a la verdad. Todos maltratan a las víctimas.

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