Steve Jobs, patrón de Apple, lo ha vuelto a hacer. Otra vez un paso adelante de sus competidores. Esta vez con el modelo de negocio de la música y para consolidar el triunfo de iTunes. Su reflexión (en castellano) sobre el fin del DRM, los sistemas digitales anticopia, pone a la industria ante una obviedad: el escenario digital requiere nuevos modelos de propiedad, autoría y comercialización.
Algo que ya algunos comienzan a entender, según varios estudios.
Por supuesto, a los creadores de sistemas de protección digital de derechos y a quienes los gestionan no les ha gustado la propuesta de Jobs.
¿De la hiperprotección a la desprotección?
No tan fácil. Steve Jobs defiende su negocio y la inefable querencia de Apple por los sistemas cautivos. Lo mejor de la empresa de la manzana es haber revolucionado la informática con la interfaz gráfica y esa nueva relación, casi personal, con el ordenador. Lo peor es su cerrazón a cualquier otro sistema y su concepción propietaria de sistema operativo y hardware.
El cacharro es la clave.
Jobs lo entendió desde el principio. Y más con la explosión iPod. Si controlas el canal y la máquina lo tienes todo.
Que los creadores y productores liberen sus derechos, que Apple mantendrá los suyos en iTunes gracias a la posición privilegiada que ha logrado en el mercado por desarrollar un sistema de venta de música eficiente y muy bien publicitado y promocionado.
La cadena iTunes/iPod es imbatible y Jobs intenta sostenerla frente a las demandas para que la música y el audiovisual de la tienda digital de Apple se pueda escuchar en otros reproductores.
Jobs sabe que perderá y por eso, como gran negociante que es, lanza un órdago a todo el sector erigiéndose en apóstol de los consumidores de música digital.
La apertura de los derechos de autor y la flexibilización de la comercialización de contenidos es imparable.
Cuanta más música se distribuye en internet, más música se consume y mejor para la larga cola de quienes no son superventas.
Pero la paradoja del control 2.0 es que cuantos más creadores y distribuidores de contenidos digitales surgen, más se concentran las redes y herramientas tecnológicas que permiten acceder a los contenidos; música, cine, televisión, libros, etc.
Esa paradoja persigue y defiende Jobs con su manto de apóstol de los consumidores y la música. Por eso es necesario liberar y multiplicar las redes, plataformas y espacios de distribución y comercialización, no sólo los contenidos, para llegar a una nueva relación y negocio entre el público y los contenidos digitales.