Bill Keller es el hombre tranquilo. El director de The New York Times está sentado en un polvorín un año después de su llegada al cargo. Pero Keller, conforme a su leyenda, apuesta por el "estilo horizontal de dirección" frente a su predecesor ciclón Howell Raines, el hombre que denunció el "conservadurismo de la redacción" y la tensó hasta tal punto que estalló en el escándalo Jayson Blair.
La flema de Keller no se altera por la última expiación del diario sobre sus fallos en la cobertura de la guerra de Irak.
El director de la Vieja Dama piensa que "las mejores ideas suelen venir de abajo". Por eso se negó a acusar a nadie --Judith Miller, Michael R. Gordon-- de las responsabilidades por los bulos sobre las armas de destrucción masiva de Sadam, y fueron asumidas por todos: redactores, editores y dirección.
Keller recuerda que todo el mundo sabía qué deseaba Raines: hacer el diario más competitivo de Norteamérica y, por extensión, del mundo.
Por eso nadie hablaba.
Donde Howell Raines quería "acelerar el metabolismo competitivo" de la redacción de Times Square, el actual director prefiere una "redacción feliz".
Bill Keller quiere más participación y afirma que a los lectores no le importa cómo se hacen las noticias y con qué estilo se maneja la redacción. Les importa la información.
Keller no lanza misiles como Raines, apunta a los detalles. En ellos y no en el genio encuentra el principio de autoridad.
"Los detalles cotidianos son importantes. Tienes que saber suficiente de esas minucias para que todos sepan que estás realmente implicado en el proceso del diario"
La contraposición de estilo Keller/Raines es un clásico de la gestión de las redacciones.
Siempre ha habido y siempre habrá directores omnipresentes, líderes, escribidores de columnas, editoriales y hasta informaciones.
Suelen ser egoístas, ególatras y un poco pedantes. Los mejores son brillantes, generan adhesiones y su liderazgo es indiscutible.
Su personalidad invade el diario y a los lectores, forzados a ponerse de su lado o a odiarlos.
El mayor peligro es que el diario viva y muera con ellos.
Ejemplos españoles: Luis María Anson, Juan Luis Cebrián, Pedro J. Ramírez, José Antonio Zarzalejos.
Otros están entregados al equipo. Apuestan por la organización y la colaboración. Tejen un entramado de inteligencias y voluntades para hacer el mejor diario. No encandilan, pero crean lazos irrompibles. Aprovechan lo mejor y mejoran lo peor. Muchos son "ágrafos" como algunos les han adjetivado para criticar la ausencia de su voz y su firma en las páginas. Los peores condenan a su público al aburrimiento y a la corrección política. Pecados capitales.
Son maestros de gremio y aseguran sucesores de gran calado.
Entre sus ventajas suele estar el rigor y la solidez.
Ejemplos: Ángel Arnedo, Jesús Ceberio, Bieito Rubido.
¿Qué estilo es mejor?
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