Periodismo emocional y marketing
Decepción. Fracaso. Esperanzas rotas. Desilusión.
Puede hacerse una enorme lista de los manidos adjetivos empleados por la prensa deportiva en ocasiones como la derrota sufrida ayer por España en la Eurocopa 2004 de Portugal.
Hoy toca depre.
Es el ciclo emocional de la prensa deportiva española, tan heredera del catolicismo y sus mecanismos de culpa, castigo y redención.
Hoy toca depre:
"Ya podemos jugar con quince que se nos arrugan hasta las ideas"
Marca
"No, esta vez no perdimos como siempre. Esta vez fue muchísimo peor, porque no hubo gloria alguna, ni siquiera dignidad, nada a lo que agarrarse"
As
"España ha caído en cuartos, en fases de clasificación, en fases previas, con juego brillante, con juego normal, con robo arbitral, con mala suerte, en tandas de penaltis... Ahora, estrena una nueva manera: ser borrada del campo"
La Voz de Galicia | Euroblog
"Da sensación de que en dos semanas de concentración no se ha trabajado nada. Mucha pena por la cantidad de gente que ha creído en esta selección"
Euro2004 | Blog
Luego vendrá la pena y sincera confesión. Hablan los jugadores, ¡esos héroes!.
Ellos, pobres, tan abnegados inocentes.
Ellos, pobres, tan humildes.
Ellos, pobres, tan deslenguados.
Y más tarde, ya cerca del comienzo de la nueva Liga de las Estrellas: la redención. ¿La mejor liga del mundo?
Patrañas.
A la hora de la verdad no hay equipos españoles en las grandes finales internacionales. Cuando los hay están plagados de extranjeros. Si faltan o no funcionan, toca derrota.
¡Que hagan selecciones autonómicas, por favor! O mejor, por comarcas o mancomunidades. Así mejorará la oportunidad estadística.
¿Qué gafe había esta vez en el palco? ¡Ah, la magia, la maldición!
Esta vez la derrota fue tan inapelable que hasta los cronistas del balompié rechazan el destino.
Pena, arrepentimiento y redención. El viejo mecanismo de la épica, del viaje iniciático. La antigua y sabia fórmula siempre efectiva, de La Odisea a El señor de los anillos.
La prensa deportiva, ya se sabe: marketing emocional disfrazado de periodismo.
Una nueva iglesia de la expiación y la esperanza.
Y mucho dinero.