Las cadenas y el gobierno se pelean para no reducir canales con el dividendo digital, que obliga a dejar frecuencias libres para los nuevos servicios móviles de banda ancha. La pelea por mantener canales contrasta con una oferta todavía escasa de televisión y cine en internet bajo demanda que mantiene a las descargas entre las preferencias de los usuarios.
La audiencia es insaciable. Más cadenas, más consumo. Y más en tiempo de crisis, pero no necesariamente porque sea lo que pide la audiencia. Menos los jóvenes y los fans de los contenidos de calidad que escapan de la saturación de telerrealidad y concursos.
En Estados Unidos Netflix ha derrotado a las descargas. La oferta de vídeo on line –Over the Top (OTT)– de alta calidad está desplazando a la televisión de pago, pero también a las descargas, tan temidas por la industria.
Netflix ya acapara un tercio de todo el tráfico de internet en Estados Unidos y ha relegado a las descargas al 12%, mientras en Europa todavía acaparan más del 20% del consumo de internet por una oferta de entretenimiento online mucho más escasa. Los servicios de vídeo de Amazon y la oferta gratuita y de pago de Hulu empujan el nuevo mercado audiovisual
Las cifras se repiten en países como Gran Bretaña, donde el vídeo bajo demanda en internet supera los cinco millones de audiencia, a los que se unen otros 7,5 millones de iPlayer, el sistema de streaming de la BBC.
Con tanta televisión en abierto acaparando la atención y controlando los derechos de programación, la oferta de vídeo bajo demanda en internet española lucha por un hueco en un mercado donde los oligopolios de los derechos de autor y el control de las grandes distribuidoras y televisiones ahoga las nuevas iniciativas.
El dividendo digital debería llegar no sólo a las telefónicas, sino también al público audiovisual y a la nueva televisión en internet. Es hora de repensar el mercado audiovisual en la convergencia y de romper el círculo vicioso de los intereses políticos y de las grandes cadenas.
Columna en los diarios de Vocento