Tuesday, October 17, 2006

La banal fe pública de Artur Mas

El candidato de CiU, Artur Mas, ha firmado ante notario un Contrato con los catalanes (pdf) con 21 promesas electorales: un solo pueblo, un solo país, una sola nación, buen gobierno, sin dependencia no catalana, juego limpio (presidente sin alianzas y nunca con el PP), aplicar el 100% del Estatut, menos impuestos, control de la inmigración, mejorar la "economía creativa", vivienda y medidas sociales, y trilingüismo (con el inglés).
¿Dónde está el negro?
En este país tramposo una buena parte de los contratos firmados por los notarios no incluyen las cláusulas ni la recompensa para las que se aparta la vista y se sale de la sala.
¿Cuándo salió de la sala el notario Joan Carles Ollé?
No hace falta negro. El contrato en sí mismo es una operación de camuflaje en la que el político irresponsable enmascara su irresponsabilidad con una fe pública.
"Autoridad legítima atribuida a notarios (..) para que los documentos que autorizan en debida forma sean considerados como auténticos y lo contenido en ellos sea tenido por verdadero mientras no se haga prueba en contrario".
Eso es la fe pública. La fe es realidad hasta la verificación con los hechos. Como el precio de los pisos o los verdaderos dueños de muchas sociedades.
Mala fe pública.
Mejor, pura banalidad de la política. Lo contrario de aquella famosa frase: Fiat iustitia et perea mundus (Que se haga justicia aunque perezca el mundo) dicha por el emperador Fernando I, sucesor de Carlos V. Pero sólo Kant se atrevió a reclamar tal mandamiento.
Los catalanes serán más condescendientes con el contrato del candidato. No vale la pena perder un ápice de realidad por unas palabras, aunque sean bajo fe pública.
Hannah Arendt (ahora se celebra su centenario) denunciaba que no hace falta ser un monstruo para hacer el mal. Y también que verdad y política no tienen nada que ver. Hobbes mejor que Platón.
El problema es la irresponsabilidad de los políticos. Sus palabras no valen nada. Artur Mas lo sabe y por eso la pantomima de una firma ante notario. Burguesa, ordenada, patrimonializada, de gente de orden. Una declaración del ser convergente, dirán.
"Todos los gobiernos descansan en la opinión", dijo el federalista James Madison. Y mejorar esa opinión con la fe de un notario es lo que busca el candidato de CiU con su agresiva y novedosa campaña.
Pero ese contrato también es irresponsable. El incumplimiento no tiene consecuencias legales. Si no se hace justicia el mundo seguirá en su sitio con sus políticos danzarines en busca de nuevas formas de propaganda para que alguien crea en ellos.
O al menos los vote.

Idea: crear un nuevo tipo de contrato político (ya que el consenso original parece definitivamente perdido) por el cual se inhabilite para cargo público a quien no cumpla sus promesas.