La Fórmula 1 ya está en Antena 3 después de la absorción de La Sexta y de la reventa de sus derechos por Mediapro, accionista del segundo grupo del telestado. Los espectadores ya lo saben: los programas y contenidos de éxito están en Telecinco y Antena 3, el resto es relleno. Es la razón y el poder del telestado duopólico, donde aún está pendiente el desmantelamiento de las televisiones públicas alentado por el gobierno.
Telecinco y Antena 3 avanzan sin pausa pese a la fragilidad del mercado publicitario. Concentran el 50,8% de la audiencia y el 85,5% de la publicidad de la televisión en abierto.
En pocos meses España ha pasado de ser uno de los países europeos más fragmentados al más concentrado.
Sólo Italia se parece, pero la pública Rai mantiene el poder junto a Mediaset con el 76% de la audiencia y el 80% de la publicidad. En Francia las dos principales televisiones se reparten el 45% de la audiencia y el 72% de la publicidad. En Alemania el 47% de los espectadores y el 82,8% de la publicidad son para las dos grandes cadenas privadas. Y en Gran Bretaña el poder de la BBC deja muy atrás a las privadas.
Ningún país europeo tiene tal concentración de negocio y audiencia en dos grandes grupos privados. Pero el duopolio es insaciable y pide más recortes en RTVE y menos dinero para las autonómicas. Una petición ajustada a los tiempos de crisis que no debería servir de coartada para reducir las opciones de los espectadores.
Si la promesa de la TDT fue la explosión de la oferta, el duopolio amenaza ahora con un control férreo de los contenidos y el negocio. Dominio del prime time y los programas de éxito frente a una oferta residual en el resto de cadenas. La reforma debe adaptar el audiovisual a los tiempos de crisis y a las nuevas tecnologías que permiten más oferta, segmentada y en varias pantallas. De lo contrario el duopolio y la pérdida del empuje público serán una condena para la producción y empobrecerán la elección de un público que demanda de más oferta de calidad.
Columna en los diarios de Vocento