Un libro en la cara de un policía es la imagen de la protesta de los estudiantes valencianos. Una foto imitada en las manifestaciones y multiplicada en internet. Junto a ese icono, la manipulación de medios como las televisiones autonómicas de Valencia y Madrid, negando por obediencia política una realidad multiplicada por las redes sociales.
En ciertos diarios y radios la información se humilla ante la opinión. Un conflicto entre información y propaganda que aumenta la desconfianza en el periodismo de parte del público mientras otros se conforman con los medios que reafirman su opinión.
Salir con el móvil, fotografiar, grabar y a las redes sociales. Es la estrategia de las ciberprotestas, que atraen usuarios reconvertidos en una gran máquina de información y activismo. La democracia no sólo se televisa ni depende de los medios tradicionales. Es transparente. Está en las calles, los móviles e internet.
Para muchos, una oportunidad para encontrar información, aunque desbrozando rumores y manipulaciones. Para los medios, una exigencia de mejor periodismo cuando las noticias pueden ser comprobadas por todos. Para la justicia, un reguero de pruebas e indicios.
Los estudiantes del instituto Lluís Vives se echaron a la calle el pasado día 15. Entonces aparecen los primeros vídeos en YouTube de la protesta y de la indignación de algunos padres y profesores por la actuación policial. Día a día creció el apoyo en Twitter y Facebook con etiquetas como #IESLluísVives y #primaveravalenciana, tanto de ciudadanos como de formaciones políticas. Las declaraciones de algunos protagonistas como el responsable policial de Valencia ya se han fijado en la memoria colectiva.
En la red las fronteras entre ciudadanos, políticos y medios se borran. Los ciudadanos buscan y producen información, detectan la manipulación denunciada por los propios profesionales en los medios públicos y rastrean pruebas en el gran archivo de internet. Cada día es más difícil engañar, pero también más fácil repantigarse en el prejuicio. Un desafío para el periodismo y la democracia.
Columna en los diarios del grupo Vocento