Las telefónicas
quieren un pedazo mayor del negocio de la telefonía móvil y de internet. Las
grandes telecos abren la temporada anunciando su conversión en plataformas
digitales
–convergencia de redes, contenidos y servicios-, pensando en limitar las portabilidades con
ofertas de smartphones
a bajo precio y proclamando el comienzo de las redes de alta
velocidad móvil -4G y LTE- mientras la
fibra óptica avanza despacio. Vuelven a reivindicar el poder de las redes
frente a los nuevos motores de la cibersociedad: los fabricantes de aparatos y
dueños de plataformas como Apple; los desarrolladores de aplicaciones de
telefonía como Skype, WhatsApp o Viber que permiten llamar gratis con la
conexión a internet; o los devoradores de banda como Google, Facebook o la
televisión y el vídeo online.
Los precios de la
telefonía llevan años bajando gracias a la competencia, los usuarios demandan
redes más potentes para acceder a los servicios de la convergencia y las
operadoras luchan por aumentar su mercado con ofertas agresivas. Hasta el
momento, la competencia ha sido buena para los consumidores y para las
compañías, obligadas a ser más eficientes e innovadoras. Pero empiezan a decir
basta.
Los teléfonos
inteligentes son grandes devoradores de datos, aumentan los ingresos por
usuario con la contratación de tarifas de datos, pero para las telefónicas no
es suficiente. Ahora proponen acabar o revisar la subvención a los móviles para
evitar que los usuarios cambien de operadora para conseguir nuevos terminales.
Mientras, la fibra
óptica avanza con lentitud por las inversiones que requiere y Telefónica crea
una nueva división digital en Londres para intentar convertirse en una Telco
2.0, el negocio de rentabilizar las redes cobrando a usuarios y a los
proveedores o apostando por integrar en sus servicios aplicaciones para móviles
y tabletas o televisión de pago.
La sociedad de la
información está en juego. La competencia ha dado buenos resultados en Europa.
Los acuerdos entre telefónicas no deberían recortar opciones para los clientes,
acabar con la neutralidad de la red ni limitar la innovación y la oferta de nuevos
servicios.
Columna en los diarios de Vocento