Todavía poca gente
hace la compra en los supermercados digitales. Zara ya está empeñada en ser tan
ubicua en la red como sus tiendas en las zonas comerciales, pero dos años
consecutivos de crecimiento sólo han servido para sobrepasar los dos mil millones
de euros de
facturación del comercio electrónico. Y casi la mitad se fueron al extranjero.
Los españoles
compran poco por internet, pero curiosean y comparan mucho. Con Amazon en casa,
muchos se animarán. La receta de la compañía es un inventario inagotable donde
encontrar de todo, cuidadosa atención al consumidor, logística impecable para
asegurar los envíos y precios bajos. La tecnología digital es el truco, su
facilidad de compra, sus recomendaciones y la innovación: cuando parecía tocar
techo se ha reinventado con Kindle, sus aplicaciones y ya se prepara para
luchar con el iPad. La distribución y la comercialización tendrán que adaptarse
tanto para competir como para vender.
La industria de los
contenidos acelerará su cambio. Amazon no venderá ebooks por ahora, pero sus
conversaciones con los editores están avanzadas para su entrada en Kindle. Tras
ellos, la música y el vídeo con sus ofertas de streaming y almacenamiento en la
nube.
Un factor de
aceleración en un mercado donde los monopolios y las restricciones legales
todavía frenan una competencia que a la larga siempre mejora las condiciones
para el consumidor y obliga a las empresas a espabilarse.
Columna en los medios de Vocento