Apuntas con el móvil y en la pantalla se despliega toda la información del alrededor: cómo se llama la calle, qué hay en el edificio de enfrente, dónde tomar el café o comer la pizza más cercana. Un clic y puedes encontrar a quienes tuitean y a qué distancia. Dónde están los cajeros automáticos, las farmacias, qué fotos de tu alrededor están subidas a internet o los pisos en venta. Es el poder de la realidad aumentada en una de sus aplicaciones más sencillas y populares. No hacen falta aquellos viejos cascos de las películas y todavía no se ha llegado a la realidad aumentada espacial, la que permite convertir lo que ves en una enorme pantalla táctil.
Aplicaciones como Layar o Wikitude –disponibles en iPhone o móviles con sistema operativo Android- permiten navegar por la realidad y etiquetarla, crear marcas o publicar información sobre lo circundante. Fue el sueño de los videojuegos, pero las guías de ocio y servicios se han adelantado. Eso sí, Avatar, la película de James Cameron, lanza un juego que permite mover una figura virtual con la webcam de tu ordenador.
Pero no es un juego. La realidad aumentada superpone información digital a la realidad. Las aplicaciones más populares son el resultado de integrar algunas de las tecnologías con mayor futuro: móviles, banda ancha, cloud computing, geolocalización y mapas digitales. Con ellas el usuario está permanentemente informado de qué le rodea. Por eso es importante que esta nueva consciencia ambiente no quede sólo en manos de la publicidad y el marketing.
La realidad aumentada expande el ciberespacio a la vida real a través de los datos vinculados, así llamados por Tim Berners-Lee porque conectan los datos con los objetos reales, la promesa de la web 3.0. Pero como el propio creador de la web ha explicado, los datos son lo más importante para que ciudadanos, empresas, etc. puedan usarlos y aumentar el valor de lo que vemos a través del objetivo de nuestro móvil. Un ejemplo podría ser una capa para Layar que permite a los americanos ver el dinero que el gobierno Obama ha gastado en proyectos de recuperación económica.
Datos + gobierno abierto + tecnología = más transparencia, mejor política. Imagina la utilidad de estas aplicaciones para evitar la corrupción, conocer en qué se gasta el dinero público o qué sabe el gobierno de tu vida.
La realidad aumentada puede no ser la maldición de la hiperrealidad denunciada por Jean Baudrillard: el imperio del simulacro, antes dominado por la visión de los medios y ahora inmerso en la web 2.0. Ojalá instituciones y gobiernos devuelvan a los ciudadanos el acceso a sus datos en lugar de seguir gastando millones en propaganda y webs inútiles.
Permitirá cambiar la hiperrealidad por una realidad más conectada, transparente y útil.
Columna en Público