El primer presidente de la nueva RTVE, la televisión sin publicidad, la del lanzamiento de una competitiva RTVE.es y la que ha vuelto al liderazgo amenaza con irse. Está descontento con la nueva financiación de la radiotelevisión pública a cargo del Estado, las cadenas privadas y las telecomunicaciones. Pero sobre todo por no haber sido consultado por la muñidora de la nueva ley audiovisual, la vicepresidenta Fernández de la Vega.
No es el único. La vice ha pisado unos cuantos callos en su empeño, de la CMT a los sindicatos, hasta enojar al hombre elegido por Zapatero para pilotar la nueva televisión pública. En las televisiones comerciales están contentos. Por fin consiguen el objetivo de alejar a la televisión estatal del mercado publicitario, han logrado todas las licencias que querían para los nuevos medios audiovisuales, y el Gobierno permite las fusiones tan deseadas y aún no concebidas.
Luis Fernández acudió esta semana al Congreso. Y estuvo solo. Llegó para presumir de un cumplimiento del servicio público en 2008 sostenido con la cobertura de las elecciones generales, los Juegos de Pekín, el liderazgo de informativos y la producción de ficción nacional (¡demasiada producción externa, se quejan los sindicatos!).
El presidente de RTVE estuvo solo en la comisión de control. El PSOE le recordó que la televisión pública es mejorable. Al PP sólo le preocupó el qué hay de lo mío para quejarse de supuestos errores informativos que sólo les afectan a ellos, como cuando sólo ven esposados a sus detenidos por corrupción. Sólo IU lo defendió.
Fernández se reivindicó ante las acusaciones de las privadas de no cumplir los objetivos de servicio público. Pero a los pocos políticos presentes en una de esas sesiones parlamentarias fantasmas les preocupan menos los contenidos que el poder. Si Fernández se va, RTVE puede quedar decapitada. Elegir nuevo presidente requiere un acuerdo entre los grandes partidos hoy imposible. ¡Menudo estreno para la ley audiovisual!
Columna en los medios de Vocento