El mayor juicio contra un creador de programas de intercambio de archivos (P2P) se celebra cuando se presentan tres millones de firmas contra el canon digital y mientras la ministra de Cultura inicia una ronda de reuniones para solucionar problemas de la industria del entretenimiento.
Un lío más sencillo de lo que parece.
La demanda de 13 millones de euros contra los programas de Pablo Soto muestra la confusión y los intereses de la guerra de las descargas, perdida por ahora por la industria en los tribunales y entre los usuarios. Apliquemos el viejo principio de la navaja de Ockham para entender la complejidad con la explicación más sencilla.
Si los clientes pueden acceder a un producto más barato o gratis lo consumirán donde lo encuentren. En un mercado saturado por la propia industria, la abundancia hace perder valor. Los consumidores intensivos buscan hasta encontrar lo que desean. La tecnología lo permite y lo hace sencillo, así que la gente la usa. La mayoría prueba mucho para comprar o ser fiel sólo a sus preferidos. Cuando la música, el cine o las series son omnipresentes es difícil convencer a los usuarios de que no pueden descargarlas. Si la industria no ofrece la distribución adecuada para sus productos cuando la tecnología lo permite, muchos los consumirán donde los encuentren. El empaquetado industrial a veces no convence y se prefiere una canción o un episodio de una serie a comprar un CD o una temporada completa, como reveló iTunes. En un mundo globalizado, ¿por qué esperar a las famosas ventanas, el calendario de estrenos, cuando ya están disponibles en otros países o espacios? Si se cobra un canon digital por copia privada, incluso las que no se hacen, se justifica la universalización de la copia.
Es la navaja P2P. Si la industria del entretenimiento la aplicase y modernizara su servicio a los clientes nos ahorraríamos guerras de intereses. Los autores lograrían remuneraciones más justas, los innovadores no temerían a los juzgados y los ciudadanos mejorarían su acceso y su consumo de ocio y cultura. Pero es más fácil pleitear y perseguir a cambiar el negocio.
Columna en Vocento y otros medios