Manolo Gago topa en una de sus caminatas con el monstruo de la democracia abstracta y ajena. Un choque entre las viejas tradiciones, la vida antigua y la moderna burocracia autonómica con todas sus contradicciones y extrañamientos.
Oportuno para volver a reflexionar sobre la necesidad de servicio y transparencia de la democracia tan cercenada por el poder burocrático del nuevo clientelismo de trajes, carreteras, puertos deportivos y otras regalías.