Flujo social: información continua siempre accesible y en contacto con otros usuarios en una comunidad de intereses. La web está dejando de ser una colección de páginas para convertirse en una corriente continua de contenidos donde se navega en tiempo real por conversaciones con enlaces. Una red cada vez más social, inmediata e hipertextual con un nuevo sistema de distribución donde las redes y agregadores sociales, de Twitter a Facebook pasando por Menéame, ganan poder frente a los buscadores, directorios y portales. En la economía de la abundancia los contenidos destacados por los usuarios, compartidos y recomendados son los más valorados y consumidos.
Cuando la crisis provoca la búsqueda de nuevos negocios de pago por la insuficiencia de la publicidad para sostener la producción de contenidos digitales, el paquete –la marca, la cabecera, la obra completa- es cada vez más irrelevante. Y la corriente no admite barreras. La actualización y la distribución viral marcan la conducta de los hiperconectados. La distribución social se convierte en un valor diferencial de los contenidos. Crece el poder de los contenidos vivos, su consumo impone unidades más pequeñas (tweets, enlaces cortos) y adaptables a la multitarea continua de los internautas intensivos.
Los usuarios agrupados en comunidades rastrean el flujo continuo de la web y crean una corriente de valor con lo que comparten. Criterios sociales que permiten seleccionar entre la marea infinita de bits pero también dejarse sorprender por lo inesperado. En el reino de la hiperconexión la información se convierte en el tejido de las redes sociales y los contenidos más valorados son los que se pueden difundir viralmente en tiempo real y se pegan a la identidad digital de sus consumidores. La experiencia de los usuarios se enriquece por esa sensación de estar constantemente actualizado y en contacto con otros. Una experiencia magnética y pegajosa que atrapa frente a las pantallas y donde la atención se trunca, se acorta para cada elemento, mientras se prolonga cada vez más pendiente del propio flujo. Es la magia de las redes sociales y la explicación de su poder para atraer y retener a sus usuarios.
Por eso algunos medios permiten comentar y compartir sus contenidos a través de redes sociales, otros incorporan el criterio social de los usuarios en sus páginas y muchos adoptan formatos de actualización continua en sus webs o aplicaciones para móviles. Hasta Google permite valorar y comentar las búsquedas para mejorar su mítico algoritmo.
Columna en Público