Menos publicidad = más dinero público para la televisión pública. ¿Pagarán las privadas y las telefónicas un nuevo impuesto para sostener a las públicas, como en Francia?
Aún sin respuesta.
El problema de la promesa del Gobierno de rebajar la publicidad es que hay mucho telestado estatal y autonómico que mantener. ¡Ese gran instrumento de poder!
La televisión pública no es gratis ni barata. El año pasado facturó 833 millones de euros en publicidad y se destinaron a subvenciones otros 1260 millones, según datos de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones, sin contar la enorme deuda que arrastran. Más de dos mil millones de euros anuales para costear las televisiones públicas. ¿Cuánto dinero más están dispuestos los contribuyentes a pagar?
España es el telestado del bienestar. RTVE y otras 13 cadenas autonómicas, dos más en Ceuta y Melilla,y las locales dependientes de ayuntamientos y diputaciones. Por servicio público de radiotelevisión que no sea. Al menos en cantidad, otra cosa son la calidad y contenidos.
¿Qué servicio público de radiodifusión queremos? Esa es la pregunta que el Gobierno todavía no contesta con sus planes, centrados en aumentar la oferta y salvar el negocio de las televisiones comerciales. Europa está revisando la financiación de la televisión por la explosión de la televisión digital, la convergencia con internet y la crisis.
La clave de la futura televisión no es cuánto cuesta, sino qué TV pública es necesaria en la era de la abundancia digital. ¿Son el fútbol y los concursos de baile un servicio público?
Europa quiere una definición concreta del servicio público para preservar la competencia. La nuestra es tan laxa que cabe todo. No necesitamos más televisión, sino un proyecto de televisión pública de calidad; ciudadana y volcada con la sociedad, no con la política; que atienda lo importante que la comercial desdeña y con información relevante e integradora. Paguemos por lo que vale.
Columna semanal para medios de Vocento y otros regionales