No se equivoque, ministra González-Sinde. La crítica a sus posturas y manifestaciones sobre internet y los derechos de autor y de propiedad intelectual, especialmente del cine, no son una manifestación de miedo, como parece usted creer.
Son una apelación a la sensatez, a la responsabilidad, a modernizar los derechos de autor y de propiedad intelectual garantizando el máximo acceso a la cultura de los ciudadanos y en defensa del dominio público, sobre todo cuando las obras y contenidos culturales, científicos, administrativos o de cualquier otra índole se financian con dinero público.
Cultura libre no es cultura gratis, como bien explica desde hace tiempo la definición de software libre y se defiende en multitud de documentos como el Manifiesto por una Cultura Libre o en los principipos del copyleft.
Es la libertad, no la gratuidad lo que está en juego.
Y eso es lo que defendemos quienes consideramos que cualquier obra subvencionada por fondos públicos -como la mayoría del cine español, pero también otras muchas artes y contenidos de todo tipo- deben revertir en beneficios para los ciudadanos, sus mecenas, y no sólo para sus creadores, productores o distribuidores.
Eso supone mejorar el acceso, abaratar los costes y permitir el uso justo de la obra para ampliar el dominio público y el acceso a la cultura y mejorar un negocio obsoleto.
Todos objetivos donde se pueden aprovechar las ventajas de internet y la tecnología digital.
Y es en esa dirección por dónde van las propuestas de modernización de la propiedad intelectual, las resoluciones e informes del Parlamento Europeo que demandan "equilibrio entre el respeto a la propiedad intelectual y el acceso a los acontecimientos y contenidos culturales" y no criminalizar a los usuarios.
De eso se trata. De crear una cultura más abierta, accesible, participativa y libre con nuevos modelos de propiedad intelectual y derechos de autor, no de defender las descargas como sustitutivo de la verdadera cultura libre.
Actualización: Gonzalo Martín continúa estas reflexiones.