Wednesday, June 01, 2005

Garganta Profunda quiere un poco de fama

Este hombre es Garganta Profunda (Deep Throat), la fuente que ayudó a Bob Woodward y Carl Berstein, de The Washington Post, a descubrir el mayor mito de la historia periodística: el caso Watergate.
Mark Felt, un alto oficial del FBI y su número dos entonces, ha revelado su identidad a la revista Vanity Fair (pdf, texto) y ha hecho honor a esa cabecera: decidió que a los 91 años y enfermo es hora de disfrutar unos pequeños momentos de gloria.
"5 hombres arrestados en el Comité Nacional Demócrata", la anotación en una hoja de papel de Woodward acabaría con la dimisión del presidente Richard Nixon en agosto de 1974, tras dos años de escándalo e informaciones en el diario.
Woodward y Berstein prometieron que nunca revelarían la identidad de la fuente que les fue descubriendo el hilo de una fabulosa historia de espionaje republicano al Partido Demócrata.
Le llamaron Garganta Profunda en homenaje a la película porno que hacía furor entonces en todo el mundo.
La gran revelación de la fuente anónima más famosa y buscada de todos los tiempos llega en uno de los periódicos debates sobre el uso de este tipo de fuentes.
Los políticos y las autoridades aprovechan cualquier error para cargar contra los periodistas que las usan, pero sin ellas en muchas ocasiones no sería posible descubrir aquello que los otros quieren ocultar, según la vieja definición del periodismo.
Hace pocas semanas la revista Newsweek (propiedad de The Washington Post Company) tuvo que retractarse de una información sobre profanaciones del Corán en la prisión de Guantánamo, donde los norteamericanos mantienen detenidos al margen de las leyes internacionales a varios sospechosos de pertenecer a Al Qaeda.
La información provocó un terremoto político con disturbios, muertos y manifestaciones que fueron aprovechadas por la Casa Blanca de George W. Bush para cargar contra la prensa liberal.
No se ha probado que el Corán fuese arrojado a un retrete, como decía Newsweek, pero existen varias denuncias sobre profanaciones del libro sagrado de los musulmanes durante los interrogatorios.
Si Garganta Profunda no hubiese existido, el Watergate nunca hubiera sido descubierto y posiblemente el periodismo de los últimos 30 años no hubiera sido el mismo.
Felt no fue un héroe. Es responsable de haber permitido violaciones de la ley por agentes del FBI para perseguir a izquierdistas y activistas contra la guerra de Vietnam durante 1972 y 1973, la época del Watergate. Ver a Nixon intentar apoderarse de la agencia federal para usarla políticamente fue lo que le impulsó a llamar a aquel reportero que investigaba un robo en el Comité Nacional Demócrata.
Pero también el despecho. A la muerte de J. Edgar Hoover, el más famoso jefe del FBI, Felt aspiraba al puesto, pero Nixon eligió a otro.
El Post habla del "secreto patriotismo" de Garganta Profunda, pero no de la justa vanidad, de la ambición, del despecho y de otros innumerables motivos que impulsan a alguien a contar lo que sabe a un reportero.
Seguimos necesitando fuentes anónimas si queremos controlar y denunciar los abusos del poder. No son incompatibles con una trabajo preciso y riguroso.
Carl Bernstein decía ayer: "Es una lección de por qué es tan importante tener fuentes confidenciales. No hubiera habido otra forma de investigar el Watergate ni hay otra manera de investigar apropiadamente en un montón de lugares si no es con fuentes anónimas".

La revelación de la identidad de Garganta Profunda cogió al Washington Post y a sus dos viejos reporteros por sorpresa.
Sólo Woodward, Bernstein y su director Ben Bradlee conocían el nombre de Mark Felt. Robert Redford, que interpretó a Bernstein en la película Todos los hombres del presidente, confesaba ayer que siempre sospechó de un agente del FBI, pero pensaba en el hombre equivocado.
En agosto de 1999, Woodward fue a ver a Mark Felt a su casa de Santa Rosa, California. Le recibió una hija, Joan Felt, a la que extrañó la visita de aquel viejo reportero que había dejado el coche alejado de la casa y al que su padre recibió con intimidad. Entonces discutieron la forma de revelar el secreto, quién y cómo lo haría, y para quién serían los beneficios.
En 2003 el director de Vanity Fair, Graydon Carter, recibió una llamada de un abogado, John D. O'Connor, para preguntarle si estaba interesado en sacar a la luz el secreto periodístico más famoso de la historia. La respuesta, en el número de junio de la revista.
Pero había un problema. ¿Cómo contrastar y verificar la historia de Felt? Carter dice que no podía llamar ni a Woodward ni a Bernstein, que se sentirían traicionados, "así que decidimos contrastar los hechos alrededor de esta maravillosa historia de intriga y coraje como pudimos, usando fuentes alternativas".
La familia Felt y su abogado publicarán un libro con la historia, y esperan un superventas. Woodward, especializado en superventas, ya preparaba otro sobre la relación con su fuente.
El secreto ha sido revelado, la guerra por los derechos comienza.

Vanity Fair | "I'm The Guy They Called Deep Throat"
Washington Post | Garganta Profunda, desvelada