La política importa. Mucho. Y más en tiempos de crisis y cuando la desconfianza en los políticos aumenta y una mayoría de los ciudadanos están poco satisfechos (CIS noviembre 2012) con el funcionamiento de una democracia con peor calidad (42%) que en otros países europeos.
Esa preocupación se traslada a las redes sociales y los medios, donde crece el consumo de información política y también la definición de la audiencia y los propios medios en función de la ideología o la posición política.
La desconfianza en los políticos -un problema para el 30% de los encuestados por el Centro de Investigaciones Sociológicas- y la percepción del empeoramiento de la situación política (43,7% en el último barómetro) no se traduce en abandono de la información política, como ocurría hace unos años, sino todo lo contrario: aumenta el interés por la información política y se traslada a las redes sociales y al consumo de información en móviles, donde la audiencia es mayoritariamente más joven que en los medios tradicionales.
Una reciente encuesta mundial de Pew Research sobre el uso de redes sociales realizada entre marzo y abril de 2012 muestra a España como el principal país occidental en consumo de información política en los móviles y las redes sociales.
El 58% de los usuarios de móviles lo utilizan para informarse de noticias políticas. Quince puntos por encima de la media y sólo superados por Egipto, en plena ebullición democrática, y Japón en año de elecciones.
Ninguno de los países europeos se acerca ni de lejos al consumo de información política en los móviles de España. Sólo Estados Unidos, también un país fuertemente polarizado, se sitúa en un porcentaje semejante con un 57%.
En octubre de 2011, una encuesta del CIS cifraba en más de un tercio de la población los lectores frecuentes de información política en los diarios, un 17% en redes sociales y un 84% en la radio y la televisión.
La política no sólo importa, sino que el análisis y comparación de los datos con otros países indica que este consumo intenso de información refleja una fuerte desconfianza en la política con aumento de la fragmentación social. Ese es el escenario ante la amenaza del precipicio fiscal en Estados Unidos y de la división entre demócratas y republicanos en tantos temas -del control de armas al matrimonio gay- o de España tanto en cómo se está gestionando la crisis como en las tensiones territoriales con la explosión del soberanismo en Cataluña o la fuerte pero pacífica contestación social a los recortes del gobierno y las autonomías en servicios sociales.
Sobre todos esos problemas, el paro, los deshaucios y la falta de soluciones y propuestas frente a la acumulación de dificultades cotidianas y el dudoso rescate de bancos e instituciones en gran parte responsables de la situación de los últimos años.
Resultado: una erosión de la confianza en la política y el gobierno como no se recuerda a un año del cambio de Zapatero por Rajoy en La Moncloa.
Ante ese consumo de información política en los medios conviene plantearse si se está haciendo el periodismo político que los ciudadanos demandan y que puede ayudar más tanto a satisfacer esas expectativas como a resolver los problemas cotidianos, la política de las pequeñas cosas que impacta en la vida diaria de tanta gente.
El periodismo político actual carece de los formatos, narrativas y estilos adecuados para ese consumo de urgencia en móviles y redes sociales. Twitter y la presencia en esta red social de muchos medios y periodistas marca muchos caminos, pero no hay nada parecido en España -ni tampoco en la mayoría de los países de Latinoamérica- a nuevos medios como Quartz (una apuesta por el HTML5 en este caso dirigida a la información económica) o la aplicación Circa, por ejemplo, para intentar adaptar la demanda de información política a ese aumento del consumo en las nuevas pantallas.
Los medios tradicionales concentran su apuesta en la web y en las aplicaciones réplica de las ediciones impresas. Los nuevos medios siguen orientados sobre todo a la web con poca apuesta por las ediciones móviles y para tabletas o las aplicaciones (web apps o nativas).
En los contenidos, la posición editorial de cada medio, la abundancia de periodismo de declaraciones y la confusión entre información y opinión es excesiva.
La demanda de información política reclama otro periodismo, en los contenidos, el estilo y los formatos, adaptado a las nuevas pantallas, pero sobre todo a una demanda informativa exigente en tiempo real y que no puede perderse en el marasmo de la abundancia sin aportar criterio e inteligencia.