Para Pablo Corral
Una fotografía puede contar la verdad con la fuerza del realismo. La peor mentira vive en un enfoque o en un encuadre. Instantánea: Gadafi zarandeado y muerto, la realidad acaba con el dictador. Interpretación: los niños sin pupitres de la popular Ana Mato, atentos a un cuentacuentos, retratados en las redes sociales y descontextualizados en un diario. La realidad se quedó en el objetivo. «Hoy todo existe para acabar en una fotografía», la frase de Susan Sontag describe no ya el imperio de la cámara personal, con el coche el gran icono del siglo XX, sino el incesante flujo de fotos tomadas por todos, cuando la cámara es el móvil y el álbum son las redes sociales. La fotografía es un rito social. Compartida, etiquetada, distribuida en perfiles de usuarios es un hilo del tejido de la cibersociedad.
La fotografía es el único medio de expresión que fija el instante decisivo, decía el gran Henry Cartier-Bresson. Ya no. La imagen en la era de las redes forma parte del flujo social. Cada foto es un fragmento de nuestra vida y nuestra relación con otros. La gente ya no toma fotos para aburrir a las visitas con el álbum del niño o de la boda. Ahora somos una imagen etiquetada. Cada foto de Facebook o Flickr nos relaciona con personas, hechos y situaciones, y nos sitúa en la inteligencia colectiva. La vida es una fotogalería donde el ojo de los otros construye tu imagen. Y con ella parte de tu intimidad con esa apropiación de la identidad y el alma que asustaba a los antiguos. La cámara es un arma con alto poder de violación o de complicidad. Con esas dos intenciones se cuelgan las imágenes en internet.
Somos yonquis de las fotos, como decía Sontag. Ahora son un flujo constante, tomadas sin la intromisión de la cámara, por cualquiera, en todo lugar. La democratización de la imagen cambia nuestra percepción del mundo y su significado. La abundancia expande la banalidad y obliga a buscar la relevancia en ese instante que se resiste al flujo de la actualización. Retratándonos y etiquetándonos creamos una sociedad imagen.
Columna en los diarios de Vocento