
El tenista Andy Murray despertó una mañana con la visita de los inspectores antidoping en su habitación. Y lo contó en Twitter. Alerta y correo electrónico a los participantes para recordarles que no pueden publicar "información interna" sobre el US Open.
Jeff Rees, un antiguo detective de Scotland Yard y ahora responsable de la Unidad para la Integridad del Tenis, fue el encargado de amonestar a los tenistas. A algunos les molestó. Otros, como Andy Roddick, contestaron en Twitter un poco enojados considerando un "imbécil" a quien revele este tipo de información.
Pero, ¿qué es información interna? Toda aquella que afecte al juego y no sea de dominio público, contestan las autoridades del tenis profesional. La razón de su prohibición está en el control del negocio por los propietarios de los derechos de imagen y sus comercializadores, además de su efecto en el seguimiento de las competiciones y las apuestas.
La NFL, la liga de fútbol profesional norteamericana, lo tiene claro: nada de comunicarse con los fans a través de redes sociales durante los 90 minutos anteriores y posteriores a los partidos. Nada que pueda afectar a los contratos de las grandes competiciones con los medios y a su control de la información.
Las prohibiciones a los deportistas de publicar contenidos en medios sociales afectaron primero a los olímpicos. El Comité Olímpico Internacional (COI) no quiere perder el control de las imágenes vendidas a las televisiones. Pero ahora que todos los medios se afanan por la actualización y la participación en directo, las restricciones caen sobre las herramientas sociales.
Subyace una lucha de marketing. Nadie en mejor posición que estrellas como Roger Federer (Facebook), Venus y Serena Williams o Lance Armstrong para ser marcas globales que pueden manejar su comunicación y su negocio al margen de las autoridades deportivas y las grandes competiciones. La explosión de los medios sociales y las posibilidades de retransmisión en directo son cada vez mayores. Y la preocupación sobre cómo va a afectar al negocio y quién lo va a controlar es cada vez más fuerte. Como en tantos otros negocios, muchos temen quedar sobrepasados por una relación más directa entre los deportistas y sus seguidores.
Estrellas como Armstrong publican habitualmente fotos desde sus teléfonos móviles y muchos temen que a algún deportista se le ocurra llevar un micrófono durante una prueba y retransmitirla en directo saltándose los contratos y a los medios autorizados.
Por ahora el fútbol español está a salvo. El reglamento no prohíbe el uso de medios sociales por los futbolistas y baloncestistas como Ricky Rubio pueden seguir tuiteando. Al menos mientras equipos, competiciones y medios no presionen para controlar más la comunicación.
Para Soitu.es