Con recato y cuidado con el negocio. Los tenistas sólo pueden tuitear o publicar en sus blogs y redes sociales asuntos que no afecten a su juego y a la competición en el Abierto de Estados Unidos. Serena Williams se la juega cuando se queja de los estiramientos de su fisioterapeuta. Y en el fútbol americano se acabó publicar comentarios durante los partidos. La persecución contra el uso de los medios sociales por los deportistas sigue la política de silencio que pesa desde Atenas 2004 sobre los olímpicos. Es la lucha por un negocio en pleno cambio.
El tenista Andy Murray despertó una mañana con la visita de los inspectores antidoping en su habitación. Y lo contó en Twitter. Alerta y correo electrónico a los participantes para recordarles que no pueden publicar "información interna" sobre el US Open.
Jeff Rees, un antiguo detective de Scotland Yard y ahora responsable de la Unidad para la Integridad del Tenis, fue el encargado de amonestar a los tenistas. A algunos les molestó. Otros, como Andy Roddick, contestaron en Twitter un poco enojados considerando un "imbécil" a quien revele este tipo de información.
Pero, ¿qué es información interna? Toda aquella que afecte al juego y no sea de dominio público, contestan las autoridades del tenis profesional. La razón de su prohibición está en el control del negocio por los propietarios de los derechos de imagen y sus comercializadores, además de su efecto en el seguimiento de las competiciones y las apuestas.
La NFL, la liga de fútbol profesional norteamericana, lo tiene claro: nada de comunicarse con los fans a través de redes sociales durante los 90 minutos anteriores y posteriores a los partidos. Nada que pueda afectar a los contratos de las grandes competiciones con los medios y a su control de la información.
Las prohibiciones a los deportistas de publicar contenidos en medios sociales afectaron primero a los olímpicos. El Comité Olímpico Internacional (COI) no quiere perder el control de las imágenes vendidas a las televisiones. Pero ahora que todos los medios se afanan por la actualización y la participación en directo, las restricciones caen sobre las herramientas sociales.
Subyace una lucha de marketing. Nadie en mejor posición que estrellas como Roger Federer (Facebook), Venus y Serena Williams o Lance Armstrong para ser marcas globales que pueden manejar su comunicación y su negocio al margen de las autoridades deportivas y las grandes competiciones. La explosión de los medios sociales y las posibilidades de retransmisión en directo son cada vez mayores. Y la preocupación sobre cómo va a afectar al negocio y quién lo va a controlar es cada vez más fuerte. Como en tantos otros negocios, muchos temen quedar sobrepasados por una relación más directa entre los deportistas y sus seguidores.
Estrellas como Armstrong publican habitualmente fotos desde sus teléfonos móviles y muchos temen que a algún deportista se le ocurra llevar un micrófono durante una prueba y retransmitirla en directo saltándose los contratos y a los medios autorizados.
Por ahora el fútbol español está a salvo. El reglamento no prohíbe el uso de medios sociales por los futbolistas y baloncestistas como Ricky Rubio pueden seguir tuiteando. Al menos mientras equipos, competiciones y medios no presionen para controlar más la comunicación.
Para Soitu.es