Lo dicho. En las asambleas de editores de periódicos los datos son siempre buenos. Pero lo justo para seguir justificando las ayudas públicas a los medios. La realidad es otra y quienes están de verdad en la brecha lo saben bien.
Ricardo Kirschbaum, director del argentino Clarín, alerta de la paradoja del congreso mundial de la World Association of Newspapers (WAN): "La paradoja se dio entre el extremadamente optimista informe anual sobre la situación mundial de los diarios, que brindó el gerente general de la organización, Timothy Balding, y los problemas concretos que luego comenzaron a debatir los editores frente a las complicaciones reales que enfrentan los periódicos: nuevas fórmulas para retener y captar nuevos lectores, cómo atraer a los jóvenes a los diarios y cómo hacer frente al desafío acuciante de los nuevos medios".
En Gran Bretaña, Roy Greenslade, periodista con más de 40 años de carrera, columnista de The Guardian y ex directivo de varios periódicos, se queja de que "editores y directores viven en mundos paralelos", los primeros difrutando el programa de festejos de la WAN -no sé si esta vez ha habido el tradicional programa para las esposas, donde alguna vez ha habido problemas porque el consorte era él- y sus maravillosas cifras, y los segundos devanándose los sesos sobre cómo seguir justificando ante los primeros la caída de difusión.
La resolución de la paradoja es sencilla.
Uno, los intereses de una organización como la WAN, un lobby internacional de una industria acostumbrada a grandes beneficios, poder y escasas responsabilidades por mucho que se hable de la responsabilidad social del periodismo y bla, bla, bla.
Dos, este tipo de congresos son sobre todo ferias de consultoras y proveedores donde se venden recetas fantásticas y proyectos perfectos de los que muy pocas veces se ofrecen los verdaderos datos de eficiencia periodística, social, de audiencia y su verdadera rentabilidad.
Y así va la prensa, convertida ahora al mantra de la convergencia y escuchando como grandes descubrimientos que hay que escribir más corto, poner las fotos más grandes y dedicarse al vídeo.
¡Como si ese fuese todo el problema!