Ryszard Kapuscinski ha muerto a los 74 años. Acaba la vida de un reportero de fronteras, personas, contextos, ideas. Un narrador magnífico de historias reales. Un periodista.
Polaco nacido en Bielorrusia (un poleshuk de aquellas ciudades cosmopolitas destruidas por el comunismo, la guerra fría y las fronteras). 30 años en una agencia de noticias para dejar después la prensa polaca agotado por los límites y la censura del estado comunista.
Trabajó para grandes medios internacionales para conservar su independencia y sus valores.
El mejor homenaje es leer su obra, de África a Irán pasando por Sudamérica y su admiración por Herodoto, el primer reportero.
27 revoluciones, 12 frentes de guerra, varios golpes de estado, cuatro condenas de muerte.
Y vivió para contarlo.
"Hay un cierto egoísmo en lo que escribo, siempre quejándome del calor, el hambre o el dolor que siento, pero es terriblemente importante tener autentificado lo que que escribo porque ha sido vivido", explicaba. Le llamó reportaje personal a su género "porque el autor está siempre presente". La realidad y la verdad a través de una actitud subjetiva pero profundamente comprometida con los hechos y las historias.
Esencia de ese periodismo en el que los hechos bailan y donde nunca puede haber rutina, porque ese cansancio machacón mata el periodismo.
Desde hace unos años insistía en la necesidad de recuperar el valor social y ético de la información. Premio Príncipe de Asturias de Comunicación, exigió tres principios inquebrantables para los periodistas y la información: conciencia de la labor social que cumple la información, respeto hacia el otro y formación.
Se empeñó en cruzar todas las fronteras, como le contaba a Ramón Lobo (conversación entre reporteros de estirpe). Decía que romper esas barreras fue el sentido de su vida.
Ese es el imperativo ético del periodismo. La información y el periodismo sirve para acercarse y comprender al otro. Los mismos instrumentos se usan para dividir y convertirnos en extraños.
Kapuscinski tenía clara la elección. "La mía no es una vocación, es una misión". Es su gran legado.
Ryszard Kapuscinksi | Página polaca sobre el reportero
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