La cultura hoy es sobre todo mercadeo. Lo que nos iguala no son las obligaciones ni los derechos, ni el voto, ni los impuestos. Es el consumo. Clientes, compradores, no ciudadanos, por favor. Son más cómodos para todos y unos pueden sacar provecho de los otros sin mayores explicaciones.
Lo comercial es más fácil y satisface a todos, a quienes venden y a quienes compran. Fuera quedan algunos: inadaptados, asociales, pobres... Desechos de la sociedad de las marcas que tan bien ha aprovechado la revolución individualizadora del posmodernismo (agudo artículo reciente en The Economist).
El consumo libera a los individuos y los agrupa. Frente a las comunidades, a las clases, a los compatriotras de otros tiempos, lo que nos une ahora son las marcas de las que somos devotos clientes.
Los nichos de mercado son los nuevos grupos sociales. Dime qué marcas compras y te diré quién eres, cómo vives y con quién te relacionas.
Nuestras compras son nuestra biografía.
La política de partidos también comercializa marcas. Cuando la política es débil y demasiado parecida en su ansia de poder, el logo y el eslogan importa más que las ideas.
Saló de lectura era un programa literario de Barcelona TV (BTV), la televisión municipal. Intentaba hablar y hacerse con los lectores, pero ha sido retirado por presunto agotamiento de la fórmula.
Tiranía de las audiencias y el entretenimiento también en la televisión pública.
La directora Marina Espasa cerró la emisión con una reflexión interesante sobre cómo se cierra el ojo público (logo emblemático de BTV) cuando la ciudad de ciudadanos pasa a ser de botiguers (tenderos).
El programa se redifundía los sábados. El último, no. Fuera discursos incómodos.
Emili Manzano, fundador de Saló de lectura, abunda en el cierre de la ciudad abierta y la retirada de su creación por mor del comercio y la política en una carta.
Por cierto, que Manzano ha sido sustituido por el ex conseller en cap, Josep Bargalló, al frente del Institut Ramon Llull de promoción de la cultura catalana.
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