Tuesday, January 09, 2007

Ana María Ríos, un escándalo de atención


Todos podemos ser famosos en la economía de la atención. Sólo hace falta desnudar la privacidad y mostrarse sin recato.
Ana María Ríos lo sabía desde su liberación tras ser detenida en Cancún por tenencia ilícita de explosivos. Acabaron con su luna de miel, pero convirtieron a la peluquera Arcade en una celebridad. Y en la era de la telerrealidad eso es un patrimonio.
Así que Ana María se lo pensó mucho y ha acabado en la portada de Interviú en top less para escándalo de algunos y expectación de muchos.
"Algunos son estrellas, pero la mayoría somos fans", ha dicho Michael H. Goldbaher en sus princios de la economía de la atención, la que rige los medios y el famoseo.
Y para ser una estrella es necesario sumarse a la nueva privacidad, abierta, sin complejos, sin vergüenza. O te olvidan.
Y "la atención de los otros es la más irresistible de las drogas", palabras de Georg Franck, otro teórico de la atención. Ana María se lo ha pensado. Ya hace unos meses discutía con los internautas las posibilidades de rentabilizar su aventura. Y la mayoría la animaban: "Por tu encanto y serenidad ante las cámaras te podrías convertir en una estrella mediática y sin embargo dices que no vas a andar de plató en plató. ¿No es una irresponsabilidad desaprovechar la oportunidad que te brinda ahora la vida?".
Ana María respondía con vista comercial, sin complejos: "Es que no me lo han propuesto, de forma seria, no me lo han propuesto. Lo que me han propuesto no han sido cosas serias de las que me pueda sentir orgullosa algún día".
Otro preguntaba:
-"¿Has pensado en posar en alguna revista, tipo Man o así?"
-"Sí, me lo ofrecieron pero rechacé hacerlo y eso que me ofrecían 90.000 euros"
.
Interviú habrá pagado mejor o Ana María se habrá dado cuenta de lo efímero de la fama.
Así que allá va. Tiene ojo. Apareció en el programa de Ana Rosa al poco de regresar a España



y ahora sigue con una portada de las que tanto han servido durante 30 años para crear estrellas, relanzar gloriosos cuerpos olvidados y últimamente para sancionar con el poder de la carne la imagen hipnótica de los reality shows.
Ana María Ríos aparca la vergüenza, pero no la cabeza. El escándalo timorato pasará antes que el morbo de su fama.