Thursday, October 10, 2002

Periodistas económicos en la picota


Los recientes escándalos financieros han dejado en evidencia el trabajo de los periodistas económicos de los principales medios. Pero también la independencia y actitud de esos medios. Ni el público ni los inversores se pueden fiar ya de los auditores, pero tampoco de la prensa económica, siempre en el filo entre la información y la comunicación institucional. Marjorie Scardino, CEO de Pearson, uno de los líderes mundiales en información económica, acusó a sus periodistas por no investigar y levantar los escándalos… y más tarde se disculpó

Marjorie Scardino, máxima ejecutiva de Pearson (Financial Times, Expansión…), acusó a los periodistas económicos, comenzando por los suyos propios, de no hacer bien su trabajo y no informar sobre las trampas y gestión fraudulenta de las empresas, que han desembocado en los últimos escándalos financieros que tienen a las bolsas sometidas al frío invernal desde el verano pasado.
La directiva de la multinacional multimedia aludió a la falta de preparación –contabilidad, lectura de balances y documentos financieros– y a la actitud complaciente de los periodistas económicos como principales razones de la falta de información económica real.
Coincidió en sus comentarios con los realizados poco antes por el antiguo director de Financial Times Richard Lambert, que se preguntó dónde estaban los periodistas que informaban sobre compañías como Worldcom o Enron mientras sus directivos se afanaban en la contabilidad creativa. Scardino y Lambert denunciaron también en que la prensa económica se deja seducir por las figuras de los grandes directivos y olvida su misión de informar con actitud crítica.
Las reprobaciones cayeron como una bomba en las redacciones del Financial Times (Inglaterra, Estados Unidos, Asia y Alemania), que ya andaban quejosas por la disminución del presupuesto para viajes y comidas. Los periodistas enviaron una carta a su directora para exigir sus disculpas y recordarle que había roto la tradición de Pearson de que la rama empresarial no tocaba asuntos editoriales.
Scardino reculó y envió un mail a sus periodistas en el que reiteraba su confianza en ellos y les decía que pensaba que eran “los mejores del mundo”, además de recalcar que su crítica había sido exagerada y que los informadores precisaban menos crítica y más apoyo.