El presidente Zapatero arropado por el Comité Federal del PSOE tras la semana de pasión de la TDT de pago. En contra, El País y todo el grupo Prisa, enojados por el decreto que aumenta su competencia. A favor, Público, beneficiado por la coincidencia de accionistas con La Sexta y Gol TV, y El Mundo, encantado de encontrar un gran filón en su larga pelea con el diario de Juan Luis Cebrián. El líder en crisis, el eterno aspirante y la nueva alternativa se despachan. Diarios y televisión, un conflicto de intereses cada vez más evidente.
Varios miembros del Comité Federal del PSOE se sorprendieron cuando El País les envió un cuestionario con cinco preguntas. Abundaba en la
información sobre grietas en el partido gubernamental que abrió la ofensiva de Prisa la semana de la
aprobación en el Congreso de la TDT de pago. Consultas a La Moncloa, ¿cómo contestar? Las preguntas de El País durmieron en los buzones de correo electrónico el resto de la semana hasta la reunión de la directiva socialista. Contestaron diez.
Resultado: sin disidentes.
El PSOE, prietas las filas. Nada como el enemigo exterior para unir. Pero,
¿es El País y Prisa el enemigo exterior? Hace tiempo que es la única corriente crítica en el interior del PSOE con la casi anecdótica excepción de Izquierda Socialista.
Público cuenta la historia de un enfrentamiento y El Mundo la denomina
chantaje.
La voluntad de Zapatero de distanciarse del diario antes independiente y ahora global dibuja la historia del desencuentro. La gran reforma de
Zapatero TV en 2005 no bastó. Permitió a Prisa tener una televisión en abierto –Cuatro- y mantener Canal Plus, además de la cadena de televisiones locales Localia.
Sin condiciones. Ya entonces la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega se apuró en dejar clara la decisión del gobierno de no dar esa licencia a otro.
Pero el ejecutivo de Zapatero concedió otra cadena en abierto, La Sexta, liderada por un grupo de "brujos visitadores de La Moncloa", como
los llamó Cebrián. La sombra del secretario de Estado de Comunicación, Miguel Barroso, se alargaba para la todopoderosa Prisa. También se repartieron los canales de TDT. Veo TV, de El Mundo, y Net TV, de Vocento, las dos televisiones digitales que esperaban entonces viabilidad técnica y una audiencia imposible por la falta de descodificadores, salieron perdiendo frente a las viejas cadenas comerciales y las nuevas concesiones en abierto. Su larga espera de dos años seguiría hasta el apagón analógico.
En la trastienda, las televisiones locales, la mayoría en manos de empresas editoras de prensa local y de cadenas de radio. Un mercado en retroceso donde muchas frecuencias han quedado desiertas y otras son inviables económicamente. Un mercado donde los medios impresos invirtieron grandes cantidades de dinero que han lastrado sus cuentas de resultados en esta dura crisis. Entre los grandes perjudicados: Prisa, Vocento y la mayoría de los diarios locales líderes.
Ninguno de los diarios nacionales es independiente de la televisión. El País, con Sogecable; El Mundo, con Veo TV, cuyo logo con el 7, el
número del mando a distancia deseado, se colaba encabezando la segunda página de la crónica de la pugna Prisa/Zapatero escrita por su vicedirector; ABC, con Net TV; La Razón, de Planeta, accionista de Antena 3; y Público, con La Sexta y Mediapro.
En el panorama local la situación es la misma. Prácticamente todas las grandes cabeceras regionales y locales son propietarias y concesionarias de frecuencias de televisión local, analógicas y digitales. Un mercado exiguo y en retroceso. Las televisiones locales perdieron en 2008 más de un 25% de sus ingresos y a pesar de contarse por centenares facturaron sólo 38 millones de euros, según la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT).
Javier Moreno, director de El País, se explica ante los airados lectores, confusos entre su afinidad socialdemócrata y la fidelidad a su diario de cabecera. Esa generación El País crecida con la Transición y la compañía del único diario nacional progresista que ha sobrevivido. Lectores como José Luis Rodríguez Zapatero, autodeclarado lector ferviente desde el primer número.
En el treinta cumpleaños, su alma mater, Cebrián, reconoció que el diario llegó a "cometer errores, a publicar noticias falsas, a no querer reconocer los errores a veces y a un cierto distanciamiento de la opinión pública". Ese distanciamiento es hoy una fisura abierta donde todos meten la cuña.
Moreno no reconoce errores ni intereses en sus explicaciones a la Defensora del Lector. Defiende la crítica del diario y dice: "¿Alguna de las informaciones objeto de la polémica son falsas o utilizan torticeramente los datos en los que se basa la información para engañar al lector? Nadie, ni siquiera los lectores más críticos, utiliza este argumento". Revísese la cobertura sin fuentes de los supuestos descontentos en el PSOE, el perfil del ministro de Industria Miguel Sebastián emitido el viernes por la Ser, la catarata de informaciones que no recuerdan las decisiones favorables a Prisa –rebajas fiscales, consolidación de la absorción de Antena 3 radio- en los años de Zapatero y la falta de explicación de por qué se retrasó tanto una aprobación de la TDT de pago ya anunciada y reclamada por Jaume Roures, líder de Mediapro, y los "visitadores" para empezar cuanto antes a rentabilizar los caros derechos del fútbol.
Había que dar tiempo a Prisa a vender Digital Plus o a llegar a una paz que acabara con la guerra del fútbol. Pero la arrogancia reconocida por Cebrián en aquel artículo de celebración del treinta aniversario y la disputa por la valoración de las compañías acabó con la posibilidad de fusión de La Sexta y Cuatro.
Votación de la nueva TDT en el Congreso. Los días previos las presiones de Prisa sobre los diputados socialistas y sobre algunos miembros del gobierno siempre amigos de la casa arreciaron. Lo mismo sobre partidos como CiU para conseguir su voto en contra. Esos días Mariano Rajoy mostraba ufano las portadas y los editoriales de El País como confirmación de las críticas del PP a la política de Zapatero.
La TDT está aprobada. El PSOE, con su líder. Los lectores de El País desconfían de su diario y algunos incluso le comunican a la Defensora del Lector el fin de su fidelidad. La difusión de El País baja como nunca. Público aspira a convertirse en el diario de gran parte de los desencantados y El Mundo recibe oxígeno para unas cuentas maltrechas mientras intenta digerir la compra de Recoletos y una expansión en la televisión digital (Veo TV) aún incierta, como el resto de las nuevas cadenas que no tienen, por ahora, derechos suficientes para una apuesta de pago o de televisión de amplia audiencia.
La prensa española vive malos momentos, como en el resto del mundo. Y en los últimos años la televisión y la aventura de la concentración multimedia tienen buena parte de culpa. Los políticos siguen controlando las licencias, las subvenciones y el poder de las televisiones públicas, que aumentan su déficit a cuenta de los impuestos de los ciudadanos.
Política, diarios y televisión. Mala mezcla. Para la credibilidad, la información y la democracia.
Para Soitu.es