Friday, December 28, 2007

El terrorismo confunde la desobediencia civil

"Una de las realidades que más me impactó fue conocer la situación de, por ejemplo, el 44% de las personas heridas por coche-bomba que han quedado con invalidez permanente, las 1.294 que han quedado con incapacidad física o las 41 con gran invalidez, así como el gran número de personas que han perdido un ojo por disparos de pelotas de goma".
¿Puede ser Sabino Ormazabal, autor de esta reflexión, un etarra?
La sentencia de la Audiencia Nacional en el caso Ekin, el sumario 11/98, dice que sí. Pero hay muchos, como Javier Sádaba, que creen que el periodista de Gara es sólo un activista de la no violencia, que puede tener ideas nacionalistas, pero que no forma parte de ETA.
Los jueces creen que sí.
Son los problemas de los macrojuicios. La línea del delito corre el peligro de difuminarse.
La sentencia es preocupante porque identifica la desobediencia civil con el terrorismo de ETA (págs. 599 a 605, .doc) y atribuye a la banda su diseño. Lo explica en cinco puntos:
1. El proyecto de desobediencia civil de ETA es concebido por la organización terrorista como una forma de enfrentamiento directo y continuo con el Estado.
2. Que la desobediencia civil, como forma de lucha para alcanzar esos objetivos, es de vital importancia.
3. Que la desobediencia civil como instrumento de lucha debe constituir un modo de vida para deslegitimar al Estado.
4. Que hay que concebir la desobediencia civil como práctica, de ningún modo excluyente de otras formas de lucha.
5. Crear espacios de contrapoder (...) con el fin de lograr la autodeterminación y la independencia del País Vasco.
El terrorismo de tantos años lo cubre todo. Hasta las propias opciones políticas que coinciden con los objetivos de los etarras.
La desobediencia civil es una opción diferente a las bombas, los tiros, el asesinato, el secuestro, la extorsión y la amenaza.
Si no vulnera los derechos de los demás, es difícil identificarla con el terrorismo, aunque sus instigadores puedan coincidir en parte.
Entre los 47 condenados hay etarras, seguro. Y colaboradores directos e indispensables de los terroristas, seguro. Pero ojalá no haya quien pague por coincidir políticamente con los terroristas, en todo o en parte, sin ser responsable de sus delitos.
Sabino Ormazabal dice que "la lógica militarista y autoritaria no puede cegarnos".
Los terroristas ya están ciegos. La democracia debe cuidar su visión para ser mucho más escrupulosa y garantista. La ley debe ser ciega sólo con la condición e ideas de los reos para juzgar sólo los hechos probados.