Txetxu Barandiarán se pregunta cúanto del precio de los ebooks facsímiles de la Biblioteca Nacional (BN) se queda Bubok y cuánto la institución.
Y yo también.
La pregunta no es baladí ni de cascarrabias. La BN presta un servicio público poniendo sus fondos a disposición en impresión bajo demanda en internet. Pero como todas las administraciones e instituciones públicas debería acostumbrarse a ser más transparente.
En la información sobre el acuerdo con Bubok no se especifica qué porcentajes del precio final corresponden a la BN y cuáles a la editorial. Tratándose de obras de dominio público custodiadas por instituciones públicas sería bueno saber cómo se reparten los ingresos.
Pero es un mal habitual en la gestión pública de la cultura -y del resto de bienes y servicios públicos- en un país con poca cultura de transparencia informativa.
La cultura como servicio público debería ser más transparente. Los ciudadanos deberían saber cuánto les cuesta y quién recibe el dinero. Y por tanto poder juzgar cómo se gasta.
En el estado del bienestar digital que queriéndolo o no se está construyendo la ampliación del acceso y la distribución de contenidos debería conllevar una mejor gestión pública de los fondos y recursos dedicados a ellos.
Los ciudadanos deben saber cuánto pagan y a quién por los libros, las bibliotecas, el arte, el cine, la televisión y todos aquellas actividades y contenidos financiadas con el dinero de los impuestos. Más en el caso de obras de dominio público.
Como están demostrando las iniciativas del gobierno Obama en Estados Unidos, y otras en muchos otros lugares, es posible.
Pero además en un país como el nuestro el acceso a la cultura digital debería mantener algunas características de progresividad de nuestro sistema de servicios públicos.
Algunas preguntas que surgen:
¿Por qué paga un contribuyente en España, y por tanto financiador de la BN, lo mismo que un extranjero?
¿Debemos pagar todos lo mismo por esos libros o debe existir un sistema de descuentos para estudiantes, investigadores o pensionistas, por ejemplo?
¿Por qué sostener una gestión lineal de la cultura en el ciberespacio cuando hay herramientas y posibilidades para garantizar mayor acceso y una distribución más progresiva de los bienes culturales?