A menudo la prensa te hace temblar. Lees y el tembleque te enfría los dedos de los pies con ese picor insufrible y la sensación del roto en el calcetín. Desahogas crispación por tus agujeros. Murmuras. Imprecas y hablas solo, como aquellos viejos de los que te reías.
A Mariano Gistaín le tiembla el periódico. Él cree que por el martillo neumático que mueve el azúcar en el café. Puede que sean también los titulares y que el taladro esté dentro de Mariano.