Ahí la tienes, como Ella-la-araña de Tolkien. Cerrando el paso. Achicando el espacio público de los ciudadanos y cerrándolo para negocios privados. Estricta entrada por invitación. En Cibeles sólo entran los del negocio, los políticos que se apegan al glamour y los del canapé eterno.
La Pasarela Cibeles vuelve a ocupar El Retiro y al alcalde Gallardón le importan un bledo los juegos de los niños, la lectura de diarios y libros de los ciudadanos atronados por el ruido de los generadores, los paseos interrumpidos, los patinadores parados.
Es el espectáculo.
Y el dinero. Ifema se lleva Cibeles al Retiro y gana espacio para meter más ferias en el Recinto Ferial. Ese que está en el quinto pino y tan poco gusta a los de la moda.
¿Y los ciudadanos?
Empezaron en septiembre pasado y ya van tres. Y a nadie se le ha ocurrido abrir la pasarela de la moda a la gente, como marca la regulación municipal para eventos en los parques. Una pantalla gigante para los mirones y vía.
Porque la calle es mía y de los negocios que nos gustan, dirá Gallardón, acompañado por la sonrisa de foto de la presidenta Esperanza Aguirre, ambos accionistas y responsables de Ifema como máximos cargos de sus instituciones.
Los ciudadanos, sacrificados por la moda y el negocio. Otra vez.