Todo es política. El diseñador del sospechoso logo del gobierno de España, Juan Repullés, se queja, como no, de la política y sus medios para defender que su trabajo no copia al del ejecutivo alemán.
Lo que la política te da, la política te quita.
El diseñador autor de otros trabajos para presidencia del gobierno debería recordarlo. Son las servidumbres de lo público.
Política es que el gobierno de España necesite un logo para proyectar su imagen y sellar qué hace. Con tantos gobiernos en un sólo país y tantos irresponsables, es necesario poner sello a cada decisión, acción y hasta omisión.
Necesidades de la democracia de la imagen y la descentralización.
Una cosa es la inspiración. "Hemos analizado los logos de todos los países europeos y de otras importantes naciones, no sólo de Alemania", dice el diseñador acusado. Otra, la copia, incluso hasta dos, dado el parecido de la corona con otra de Cruz Novillo.
Pero lo que más sorprende de las argumentaciones del sospechoso es: "Hay que transmitir valores. Y, en este caso, le hemos aportado matices que le transfieren calidez y modernidad. Así, hemos utilizado una tipografía humanista, que va con la tradición cultural española".
Con el talante hemos topado.
Es lo que tienen los estudios y agencias de imagen corporativa. Se aferran a los lemas.
Por cierto, ¿una Stone informal española? Más le hubiera valido a Ripollés decir que fue creada para solucionar los problemas en los faxes y tantas comunicaciones oficiales.