La dimisión de Alberto Oliart deja a RTVE con las peores incertidumbres y con amenazas económicas, políticas y de modelo. Con la gran incógnita de si será posible mantener una radiotelevisión pública independiente y ajustada a un presupuesto limitado por la falta de publicidad y los recortes de la crisis. El presidente de la radiotelevisión pública dimite acosado por viejos males que muestran el delicado futuro de RTVE y los intereses que la acechan: pugna por el dominio en la televisión, indefinición de modelo de servicio público, financiación insostenible y presión política.
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