Friday, June 13, 2003

Salam Pax, el misterio desvelado


Salam Pax lee The New Yorker en un hotel de Bagdad y espera a un periodista para el que trabajará como traductor. Salam es su nombre real y con el que será conocido en la blogosfera por sus crónicas vívidas, coloristas, reflexivas y escépticas de la guerra (ver Guerra y paz en la blogosfera).
Tiene 29 años, pertenece a esa clase media iraquí que pudo estudiar en Europa y Estados Unidos, protegidos por el petróleo del desierto y la tiranía de la que llegaron para librarlos los americanos de George W. Bush.
Hasta The Guardian investigó sin éxito quién sería el blogger que gastaba tiempo, dinero y hasta arriesgaba su vida para mantener a sus lectores enterados de lo que ocurría bajo las bombas.
Se temió varias veces por su vida, especialmente cuando su blog dejó de actualizarse. Las dificultades de comunicaciones no le dejaban seguir. Él no tenía un teléfono satélite ni conexión por parabólica a internet como sus periodistas empleadores.
Pero su dinero le mantenía vivo, sus revistas informado y hasta le daba tiempo a leer a Philip K. Dick entre razia y razia por algo de información.
Peter Maass, periodista norteamericano colaborador de Slate y The New York Times, y uno de los reporteros que mejor ha contado la guerra (léase su maravilloso Good Kills) lo ha identificado: era su traductor.
Salam vuelve a bloguear y cuenta la llegada del heredero de la monarquía bagdadí:
"El rey ha vuelto. Bien, el pretendiente está aquí, uno de ellos, al parecer hay tres con esperanzas…
Hubo un momento en el que el gentío que intentaba conseguir la comida era mucho mayor que los que lo aplaudían"

O relata cómo un blogger consigue volver a publicar bajo égida del Tercer Cuerpo de Ejército norteamericano:
"Alá es grande. El viejo centro estatal de Internet en el distrito de Adil ha sido tomado por anarquistas que ofrecen acceso GRATIS. Sólo necesitas marcar un número de teléfono, sin contraseñas, sin preferencias especiales. ¿Quién ha oído algo así?"
Salam sigue siendo una de las voces preferidas de Bagdad. Eso sí, es un intruso, un blogger que según las normas civilizadas de los periodistas oficiales, esos que se agrupan en colegios para patrimonializar la expresión, no es periodista, sólo un intruso.
Alá lo tenga en su gloria.