Friday, June 06, 2003

Crisis de liderazgo en el New York Times


El escándalo de Jayson Blair fuerza la dimisión de director y director adjunto | El Times recupera al anterior director, Joseph Lelyveld, para enderezar la situación | La redacción se divide entre quienes lloran la marcha y los que empujaron el desenlace

"Inundar la zona". Ese era el lema más repetido de Howell Raines, 60 años, ganador de un pulitzer, como director de la vieja dama gris. El escándalo de plagios e inventos de Jayson Blair y la usurpación de autoría de Rick Bragg, una de las estrellas del diario, ha acabado con un periodista que se hizo cargo del New York Times para convertirlo en un diario agresivo, de exclusivas y pegada, además de ser el diario de referencia de medio mundo.
Con él se va su director adjunto, Gerald Boyd, 52 años, el negro que ha llegado más alto en la jerarquía del Times.
El editor, Arthur Sulzberger Jr., heredero del imperio creado por su bisabuelo Arthur Ochs, anunció ayer la dimisión de los dos mandos y su sustitución temporal por Joseph Lelyveld, de 66 años, el director que les había dado paso.
A los cinco días de asumir su puesto, Raines y Boyd se enfrentaron al 11-S. Resultado: una inundación de pulitzers para la extraordinaria cobertura del Times. El colofón fue Portraits of Grief, la impresionante colección de perfiles de todos los muertos en los atentados de las Torres Gemelas.
Raines, que había sido editor de las páginas de opinión del Times, llegó a la dirección para modernizar el diario y dinamizarlo. Quería reporterismo agresivo, exclusivas y reventar los grandes temas.
Su método de inundar de reporteros los grandes acontecimientos pretendía realizar la mejor cobertura y dejar saciado al lector.
Le acusaban de dar un giro demasiado progresista al diario. Arremetió contra los republicanos, contra los clásicos del golf por no dejar participar a las mujeres y situó al diario contra la guerra de Irak.
Intentó renovar la información política con un sesgo más literario, más atención a las personas y menos concentración en los comunicados y las declaraciones.
Quizá fue demasiado. Quería triunfar y tenía prisa. Su fama de autócrata y sus modos imperiales fueron soportados mientras los éxitos lo siguieron.
Es el problema de los líderes solitarios. Cuando las cosas van bien eres un genio. Cuando se tuercen nadie saldrá a defenderte.
Los fraudes de Blair y Bragg fueron demasiado. Sulzberger Jr. se reunió hace pocos días con la redacción de Washington, la más aristocrática del Times, cuna de grandes directores como James Reston o Max Frankel, y tuvo que escuchar reproches sobre la gestión de sus directores.
Quizá la dimisión no ha sido tan voluntaria. Wall Street ha saludado alborozada la sustitución.
Lelyveld tiene un encargo: devolver el cariño que el exigente y autoritario Howell Raines no supo dar.

La crónica de la dimisión de Raines y Boyd en el NYT
El editorial sobre los ceses
La versión del Washington Post