Monday, February 12, 2007

De Juana, la crisis evitable

El Tribunal Supremo enmienda a la Audiencia Nacional y reduce de 12 años y siete meses a tres años la pena impuesta al etarra Iñaki de Juana Chaos, en huelga de hambre con grave riesgo para su vida, por un delito de amenazas terroristas.
De Juana no será excarcelado de inmediato.
La decisión del Supremo convierte en absurda toda la polémica, la crispación y el ruido mediático creado con la condena impuesta a un terrorista para que no saliera de la cárcel. Dos artículos de prensa le condujeron a una rigurosa condena por amenazas impuesta para enmendar el repudio surgido por su libertad gracias a beneficios penitenciarios.
Cuando la crisis por la politización de la justicia está en su momento más álgido con el nombramiento de un nuevo ministro de Justicia protestado con saña por el PP, la sentencia será una nueva arma de unos contra otros que daña a la democracia y a las instituciones
Unos dirán que los jueces están dominados por el gobierno. Los otros que se hace justicia. Habrá quien recelará de la oscilación salomónica de la judicatura tras la recusación de Pérez Tremps en el Constitucional.
Unas decisiones para un lado, otras para el otro. Justicia politizada y judicialización de la política, constante desde hace unos años.
La justicia ya no es ciega en España. Ve, y a menudo ve sesgado. La desconfianza de los ciudadanos aumenta tanto por las sentencias y decisiones más polémicas como por los retrasos y la ineficacia cotidianas.
La crisis De Juana -su huelga de hambre y el enfrentamiento político- se hubiera evitado si el Supremo hubiera sido más rápido en dirimir el recurso del reo. Posiblemente si los criterios judiciales fueran más firmes y la presión mediática y política no alterase la letra de la ley, la condena por amenazas al etarra hubiera sido menos rigurosa, sin aplicación directa por otro delito de la doctrina Parot.
La democracia vuelve a enredarse en la lucha contra el terrorismo. Pierde cada vez que los políticos abren dudas sobre la ley. Pierde cada vez que la diferencia moral entre quienes dialogan y los asesinos se estrecha por el fango de las sospechas.
Sólo se recupera un poco porque el Tribunal Supremo ha vuelto a entender que la justicia democrática no es verdugo de nadie. La justicia y la democracia no se vengan, sólo juzgan con arreglo a la ley.

P21 | De Juana Chaos, la justicia y la muerte