Las series y el cine español triunfan. Las series, mucho; el cine, menos. El audiovisual patrio parece acabar con la maldición del repudio del público. Los programas creados y producidos aquí se benefician de una mayor inversión por las televisiones, mejor posición en la parrilla y el favor de los telespectadores. Llega el momento de reconstruir una industria audiovisual que ha sufrido y todavía sufre muchos complejos y ataduras.
La ficción española lidera las audiencias con el éxito de Águila Roja tirando de Isabel, Cuéntame o Amar en tiempos revueltos. La historia triunfa. Una tendencia patente desde hace años en las librerías, donde proliferan las novelas de recreación histórica y las sagas a veces interminables.
La televisión ha convertido a las series en el producto estrella. Las cadenas ya no necesitan esperar a Los Soprano o El Ala Oeste de la Casa Blanca para unir calidad y audiencia. El audiovisual español trabaja duro y las cosas empiezan a marchar. Tampoco es ajeno al triunfo nacional que las mejores series norteamericanas ya han sido vistas por muchos, especialmente el público joven y el más interesado, gracias a las descargas. El televidente no espera ya a las famosas ventanas que nos castigan a ver con retraso los éxitos de otros países.
El triunfo de las series y el crecimiento del cine español: un 17,9% de cuota de pantalla en 2012, la más alta en 27 años a pesar de su modestia, muestra el poder de la unión entre televisión y productores. Tanto las series como las películas se benefician de la producción y la promoción de las grandes cadenas. Lo imposible, Tadeo Jones o Tengo ganas de ti son películas de Mediaset, Antena 3 y Telefónica.
El sector y el gobierno están en marcha para reformar la financiación del cine. Imposible sin pensar el sector audiovisual en su integridad: con el disfrute de los contenidos y su sinergia de promoción y negocio en diferentes pantallas. Como los creadores y productores, la industria debe tomar nota: dar a la gente lo que quiere y cuando quiere es la mejor receta para el éxito.
Columna en los diarios de Vocento