2012 será el año de la televisión conectada a internet. Fin de las barreras entre pantallas y de un modelo de televisión digital (TDT) que acaba como empezó: con dos grandes cadenas privadas dominando el telestado, Telecinco y Antena 3. Y dos grandes diferencias: una TVE sin publicidad y una enorme fragmentación, con sólo las tres grandes cadenas y alguna autonómica por encima del diez por ciento de audiencia.
La televisión conectada no es todavía inteligente, pero rompe la tiranía de la programación al permitir a la audiencia elegir qué ver bajo demanda, gratis o de pago, contenido profesional o aficionado, y obliga a cadenas y a productoras a repensar su negocio y relación con un público más activo, exigente y con un poder de recomendación cada vez más importante cuando los contenidos se socializan en las pantallas.
RTVE acaba de presentar su apuesta por la televisión híbrida: banda ancha e internet a través del estándar europeo Hbb TV, consensuado por el sector y el Ministerio de Industria hace unos días. La televisión pública pondrá a disposición de los espectadores su servicio A la carta sin tener que renunciar a la gran pantalla. Una ampliación de su apuesta por el vídeo a demanda en todas las plataformas y pantallas que se ha convertido desde marzo pasado en la oferta audiovisual con mayor archivo vivo.
Otras cadenas públicas como TV3, privadas como Telecinco o de pago como Canal+ se han lanzado ya a la televisión híbrida para no perder el mercado del futuro. Sólo una cuarta parte de la audiencia puede ver televisión por internet. Y la mayoría todavía ve poca. Unas veces por la desconexión de los equipos, otras por una oferta aún escasa y de bajo atractivo. Pero el desembarco de las grandes cadenas y el lanzamiento de proyectos de convergencia como el de Microsoft con su Xbox 360 anuncian un cambio de actitud impulsado también por el consumo de televisión en móviles y tabletas.
Con las aplicaciones para televisores y la televisión por internet no se necesitan licencias ni concesiones, pero sí contenido de calidad y una propuesta atractiva para público y mercado. Las productoras independientes y el cine encontrarán nuevas pantallas imprescindibles para los consumidores y más importantes que nunca si el gobierno de Rajoy cumple su promesa de acabar con la financiación obligatoria del cine español con el cinco por ciento de los ingresos de la televisión privada.
Las cadenas encontrarán en las aplicaciones de la televisión conectada una pantalla para rentabilizar su catálogo.Las licencias pierden importancia, pero no la marca, los derechos y el uso de la televisión convencional como la gran máquina de promoción.
Los productores independientes y el cine encontrarán su público sin sujetarse a pantallas menos cómodas. Se abren nuevos modelos de negocio, de las microsuscripciones y los micropagos al crowfunding para participar en la producción con una suma modesta.
Junto a la oportunidad para el cine y la televisión se amplía el de otras marcas que producen contenidos especializados para sus clientes. A menudo más rentables y valorados que la publicidad convencional.
La unión de televisión e internet acabará con la pantalla boba. La televisión deja de ser un sistema independiente y regido por sus propias reglas propias, además de las políticas y administrativas. La hora del espectador activo, los contenidos a demanda, la recomendación y la televisión inteligente -la que ayuda a gestionar programas, recomendaciones y búsquedas- se acerca.
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