
Es la revuelta contra el hombre cosa y el determinismo matemático de los algoritmos de la vieja internet, dominada por los buscadores. Los geeks sociales no viven encerrados mirando la pantalla, aunque los españoles pasen más del 12% del tiempo dedicado a internet en esas redes y muchos no puedan separar la vista de los twiteos de sus amigos virtuales. Los miembros de redes sociales son los más activos también fuera de la Red, capaces de empujar a políticos o disparar la fama de películas o canciones. Además son quienes más gastan en ocio, dentro y fuera de internet.
¿Son amigos de verdad? La amistad 2.0, como la real, es subjetiva. Mientras unos se preocupan por la privacidad otros desarrollan una identidad de dominio público para relacionarse en el mundo virtual, con proyección real o no. Y no lo duden: el mayor éxito de las redes sociales es convertir los contactos virtuales en acontecimientos reales. Sus usuarios crean identidades portátiles útiles para los nómadas digitales, conectados permanentemente a través del wifi y los móviles, como hace ya uno de cada diez usuarios de internet móvil en España.
Internet comienza a ser humana y los usuarios prefieren hablar entre ellos a ser los esclavos de la máquina retratados por Ernesto Sábato, que “al huir de las fábricas entran en el reino ilusorio creado por otras máquinas: rotativas, radios y proyectores”. Aunque hoy también estén en internet.
Columna en los medios de Vocento