Leo estos días tantas reflexiones sobre el impacto del 11-S en la literatura norteamericana que me entra una envidia terrible. Y me pregunto dónde está el 11-M en la literatura española.
Ian Jack, editor de la revista Granta, explica cómo el atentado contra las Torres Gemelas ha cambiado la forma de ver el mundo de la moderna narrativa norteamericana.
El último Don DeLillo es señalado por algunos como un autor del tamaño de Norman Mailer o Ernest Hemingway por su retrato de un momento crítico en la historia.
La narrativa de ficción sobre la vida real vuelve a atraer la atención. ¿Cómo escribir igual después de los ataques terroristas? ¿Cómo entender el mundo tras la amenaza de los integrismos religiosos? ¿Cómo escribir después de Abu Ghraib y Guantánamo?
Cuando la globalización explota con sus propios obuses, ¿cómo se puede mantener la literatura al margen?
En España lo hace. Del 11-M hay muchos libros, pero la mayoría son ensayos y reportajes periodísticos o balas del marketing de la tragedia y el miedo.
Entre las excepciones, los poetas que respondieron pronto, atrapados entre las bombas de Madrid y la Feria del Libro de la ciudad. Y autores ya clásicos como Luis Mateo Díez y su novela en el 11M, más que sobre aquella matanza.
¿Y el resto?
No. No me refiero sólo a la reconstrucción novelada de la muerte. Pregunto por otra forma de entender la realidad, una parte de nosotros, el país, algunas gentes que viven aquí o muy lejos y nuestra propia posición en el mundo. Todas esas preguntas que la literatura norteamericana, por ejemplo, siempre intenta responder, año a año, época a época, acontecimiento a acontecimiento, en busca de la sempiterna gran novela americana.
Hitos que cambian el mundo. Renglones para ver la realidad entre letras nuevas.
¿Está embobada la literatura española? Atrapada entre las modas editoriales y la inmersión en una memoria histórica tan lejana como olvidada o manipulada.
Preguntas para otra literatura que a veces no podemos leer. La gran novela de/sobre el 11-M está, sin duda, por escribir. Quizá ni siquiera ha sido imaginada.