Wednesday, December 18, 2002

Información en casa, propaganda fuera


¡Cómo les gusta la censura! ¡Cuánto la propaganda! ¡Qué poco respeto demuestran constantemente por los ciudadanos y por la propia inteligencia del ser humano! A los genios del Gobierno de George Bush no se les ocurre mejor idea en su lucha contra el eje del mal que recurrir al viejo truco de la propaganda. A los pueblos inferiores, donde habitan esos personajes andrajosos y pedigüeños que no entienden la gloria de la globalización ultracapitalista se les puede mentir impunemente. Total, a esa gente sólo le importa el dinero –¡Alto, en eso son como nuestros chicos! ¡Bórralo!– y se puede mentir por un puñado de dólares. The New York Times anunció el lunes que el Pentágono estudia pagar a periodistas y medios extranjeros, principalmente musulmanes o de países especialmente resistentes a ver la vida con Ray Ban de barras y estrellas, para mejorar la imagen de los Estados Unidos y propagar sus razones para atacar Irak y a cualquiera que se ponga por delante y no acepte las tesis imperiales.
Curiosa forma de convencer a los irredentos de las bondades del american way of life. Para ello ya se creó hace un año (noviembre 2001) una Oficina de Influencia Estratégica encargada de este tipo de operaciones, ahora denominadas en bonita terminología Arthur Andersen (sí, esos que decían que Enron era una gran y rentable empresa).
Eso sí, sólo se pagará a los extranjeros, los convecinos llevan meses entrenándose los fines de semana con los cuerpos armados que irán a la batalla contra Mordoch. Allí se infunde a los periodistas ardor guerrero y se les imprime en la cabeza dónde podrán y dónde no podrán estar durante la invasión –for your own safety– al tiempo que se les indica claramente qué órdenes habrán de obedecer.
Menos mal que todavía hay quien, como Los Angeles Times, piensa que la propaganda, hacia dentro o hacia fuera, es totalitarismo y que no hay nada mejor que decir la verdad, aún con sus peligros y claroscuros. Esto sí, no parece que Bush y sus chicos vayan a hacer mucho caso.
Veremos cuánto pagan. Nos dará una idea de a cuánto andan las conciencias en el mercado libre.

Otra visión U.S. Newspapers Must Help Journalists Abroad