Wednesday, November 17, 2010

Guerra de mociones sobre neutralidad de la red

La política defrauda. El Senado rechazó ayer una moción sobre neutralidad de la red defendida por el PP. El resto de los grupos han acordado otra moción muy similar para que sea aprobada. Las dos mociones instan a asegurar la neutralidad de la red después de que la Comisión Europea haya renunciado a garantizar este principio y deje en manos de las autoridades nacionales la regulación de una nueva internet con servicios premium de pago -servicios gestionados- y las condiciones de una red abierta.
El debate en blogs y redes sociales ha sido interpretado como "factores externos que degradan la imagen y el trabajo de esta Cámara".
Un error antidemocrático.
El debate público nunca puede degradar a las instituciones de la democracia. Al revés, son los políticos quienes pierden legitimidad cuando no saben explicar sus posiciones ni debatir abiertamente con los ciudadanos.
La neutralidad de la red es un tema complejo. Y ninguna de las mociones presentadas en el Senado ayuda demasiado a garantizarla.
La posición española (respuesta del Ministerio de Industria a la consulta pública, pdf) coincide en gran parte con la decisión europea.
  • Se rebaja el principio de neutralidad de la red a garantizar la competencia entre proveedores tanto de redes como de plataformas y aplicaciones. 
  • Es favorable al desarrollo de nuevas plataformas digitales premium con acceso de calidad a internet y a contenidos y servicios digitales de pago. 
  • La transparencia en los contratos y la portabilidad -como en los móviles- garantizarán que los usuarios puedan cambiar su acceso a internet si detectan alguna discriminación. 
  • Operadores de telecomunicaciones y grandes de internet, de las aplicaciones y de la electrónica (dispositivos) deben llegar a acuerdos para mejorar su oferta en esas plataformas con distintos precios y calidades de servicio.
  • El acceso a internet abierta tal como lo conocemos será de peor calidad y se prestará con lo que se conoce como best effort, el mínimo para garantizar su funcionamiento.
El resultado serán diferentes productos de internet en función de los acuerdos entre telecos, proveedores de contenidos y servicios, aplicaciones y distribuidores.
El consumidor intensivo o que demande más contenidos y alta calidad del servicio pagará más. La Comisión Europea y los gobiernos piden a las operadoras que a cambio abaraten las tarifas del acceso básico a internet, la red libre.
Llevará también a la concentración vertical entre grandes de las redes, de internet y los contenidos. Un aumento de los oligopolios ya existentes que acarreará problemas de competencia, como ya advirtieron los reguladores nacionales, opuestos al nuevo concepto rebajado de neutralidad adoptado por Industria y la Comisión.
Ningún antídoto contra semejantes peligros está en las mociones en guerra.
Las dos son genéricas y adolecen de falta de precisión. Izquierda Unida y Coalición Canaria ya presentaron enmiendas a la Ley de Economía Sostenible para garantizar la neutralidad.
De las dos ya comenté en su momento que en mi opinión falta garantizar la neutralidad en el servicio universal de telecomunicaciones además de en la Ley General de Telecomunicaciones dentro de los derechos de los usuarios.
En el primer caso se debería hacer gradualmente y estableciendo el procedimiento técnico más adecuado, apoyándose en la convergencia de redes de alta capacidad de banda ancha, televisión y satélite, para llegar a las zonas más desfavorecidas. Los mercados no competitivos.
Pero además necesitamos una internet abierta que mantenga mínimos ambiciosos de calidad de servicio para garantizar el acceso a ofertas innovadoras, sin ánimo de lucro, de dominio y servicio público, ciudadanas, etc.
Pero también asegurar un mercado digital abierto y competitivo para llegar a los usuarios sin acuerdos con los operadores ni con los dueños de las aplicaciones y plataformas.
Un mercado libre donde los medios y empresas presentes en los productos de internet y plataformas premium puedan también llegar al resto del público y mostrar el atractivo de sus ofertas. Un mercado o red donde todo el mundo quepa en igualdad de condiciones, sin más diferenciación que sus propios contenidos, servicios o su mejor experiencia de usuario.
No es tan difícil de cumplir si no se sigue amenazando con una saturación de las redes que no ocurrirá porque el aumento de la oferta y de las posibilidades de negocio hace que internet y los nuevos servicios sean un buen negocio. Como demuestran los buenos resultados de las grandes compañías.
Pero además la neutralidad de la red no puede ser ajena ya al derecho a internet, el acceso a banda ancha como un derecho civil básico, propuesto ya por la ONU y la Unión Internacional de Telecomunicaciones. Derechos digitales para ciberciudadanos o derechos humanos de cuarta generación, como ya se les conoce.
El Parlamento tiene la oportunidad de apostar por los derechos de la ciudadanía digital en el nuevo contexto abierto por estos debates. Si no lo hacen la culpa no será del debate en internet, sino de la falta de imaginación y apuesta por el futuro, de internet y de la democracia.