Thursday, October 06, 2011

iJobs


En la muerte de Steve Jobs, mi artículo en los medios de Vocento


Crear los nombres, poner nombre a las cosas para que pervivan. Versos de Juan Ramón Jiménez con los que Steve Jobs estaría de acuerdo. Del mago de Apple nos quedan nombres de aparatos inseparables ya de la vida cotidiana. Jobs ha cambiado la vida de mucha gente. Tanto en tan pocos años que su legado resistirá la aceleración del deslizar de un dedo en un iPhone para acelerar el flujo de una red social.
Jobs ha sido sobre todo un diseñador. Un enamorado de conseguir la mejor experiencia para el usuario con sencillez y eficacia. El toque Jobs. Gusto y estilo. La tecnología no vale si es difícil de usar. La ciencia puede ser compleja, pero la tecnología debe ser útil y sencilla.
Jobs se ha pasado cuatro décadas haciendo más fácil el diseño, la edición o la música. No sólo ha cambiado la tecnología, sino sobre todo la cultura popular. Y el marketing. Polo negro arremangado, Levis 501, la audiencia cautivada y un nuevo anuncio para enamorar al mercado. “I wanna be you lover, baby”, quiero ser tu amante, le ha dicho Jobs a los consumidores con palabras de su adorado Bob Dylan.
El primer Apple hizo a los ordenadores accesibles, amigables y útiles. Gracias a ellos fue más fácil escribir, diseñar o editar. Por eso se convirtió en fetiche de todos los diseñadores y de muchos periodistas. Nos liberó del vasallaje de los talleres y el código. Recuerdo los tiempos de El Sol en Madrid. 1989, primer diario editado íntegramente con Mac. Un peregrinaje para editores y periodistas de todo el mundo.
Devotos de Jobs. Aprendimos diseño y empezamos a jugar con la tipografía que nos fascinaba en libros inalcanzables. Fin de la fealdad fría de las fuentes de sistema.
Y todo cambió con un dedo. Jobs convirtió la rueda del dharma budista en la interfaz de la música. Nació el iPod y Jobs reinició el consumo de ocio y cultura. Las canciones se liberaron de los álbumes y descubrió que el mercado era digital.
Gusto. Estética, detalles y calidad para que la tecnología produjese objetos fascinantes. Jobs, profeta del futuro digital y dios de los gadgets. Llegó el iPhone, “the times they are a-changin'” en los móviles, convertidos en máquinas inteligentes al toque de un dedo. Y el iPad. Puro estilo. Como los movimientos ingrávidos de 2001, la película de Kubrick sobre la obra de Arthur C. Clark.
El cacharro es la clave. Jobs ha sido criticado por los sistemas cerrados y la indivisible unidad de software y hardware. Pero su mantra fue la usabilidad. Sencillez y eficiencia. Facilitar la vida al usuario. El toque Jobs.
Sólo la televisión resistió en su obsesivo toque de reinvención. Pero ha conseguido convertir a los medios en aplicaciones y la televisión se convierte a su credo a pesar del fracaso de Apple TV.
Piensa diferente. El lema publicitario de Apple resume la doctrina Jobs.
O Dylan: “How does it feel. To be on your own”. Seguir tu camino. Si le dejan bautizará con una i allá donde vaya y con un dedo cambiará su destino.